La depresión en pareja es una de las situaciones emocionales más complejas que puede atravesar una relación. Cuando uno de los dos sufre esta condición, es común que el otro también empiece a cargar con sus propias secuelas emocionales: frustración, impotencia, ansiedad, e incluso culpa. Y es que cuando una persona a la que amas está en la oscuridad, muchas veces sientes que deberías ser la luz… aunque tú también estés perdiendo la tuya.
La depresión no es sólo “estar triste”, es una condición clínica que afecta la manera en la que una persona piensa, siente y se relaciona. Cuando esta carga entra a una relación amorosa, puede desconectar a ambos de la intimidad, del disfrute cotidiano, de la complicidad. A veces, incluso del futuro compartido.
Uno de los principales retos es que muchas personas no saben cómo acompañar a su pareja sin cargar con todo el peso. La clave está en el acompañamiento sin sacrificio absoluto, en fomentar la búsqueda de ayuda profesional y establecer límites sanos.
La pareja debe recordar que no son terapeutas del otro, pero sí pueden ser soporte: ofrecer espacios seguros para hablar, apoyar en los procesos terapéuticos, motivar sin presionar.
Una frase que resume esto: “Cuando uno ama, no se salva del dolor ajeno… pero tampoco se pierde en él.”
