La importancia de compartir la mesa: Comer en compañía beneficia la salud y el bienestar


Por Frida Rebollar.

Comer es mucho más que ingerir nutrientes. Es un acto social, un vínculo cultural y una herramienta clave para el bienestar. Diversos estudios han demostrado que compartir la mesa con familiares o amigos no solo mejora la calidad de la dieta, sino que también fortalece las relaciones interpersonales y reduce el estrés.

La “comensalidad”, el hábito de comer en compañía, está cada vez más presente en guías dietéticas y estudios nutricionales. Investigaciones del Instituto de Salud Carlos III y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN) señalan que una alimentación compartida ayuda a regular el apetito, promueve una mejor selección de alimentos y favorece una digestión más pausada y consciente.

Además, la comida en familia o con amigos mejora la salud mental y emocional. Un estudio de la Universidad Oberta de Catalunya indica que compartir la mesa genera un sentimiento de comunidad, lo que contribuye a la adhesión a patrones alimentarios saludables, como la dieta mediterránea. Comer en buena compañía también refuerza valores como la gratitud, la paciencia y el placer de disfrutar de los sabores sin prisas.

Sin embargo, no se trata solo de sentarse juntos, sino de hacerlo con atención y sin distracciones. Expertos como el dietista-nutricionista Julio Basulto advierten que la calidad de la convivencia en la mesa influye en la experiencia alimentaria. Chantajes, presiones o tensiones familiares pueden convertir el momento en un acto de estrés en lugar de una ocasión de disfrute. La clave está en fomentar conversaciones agradables, evitar dispositivos electrónicos y dedicar tiempo suficiente para que la comida sea un verdadero espacio de conexión.

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