Con armaduras pesadas, espadas y hachas que evocan las batallas de la Edad Media, el Combate Medieval ha dejado de ser una recreación histórica para convertirse en un deporte extremo que crece rápidamente en Argentina. Desde su llegada al país en 2012, esta disciplina ha reunido a apasionados por la historia y el combate cuerpo a cuerpo, desarrollándose con clubes, torneos y una comunidad cada vez más fuerte. Hoy, con más de 20 equipos y una agenda de competiciones locales e internacionales, el Combate Medieval busca consolidarse como una disciplina deportiva profesional en el país.
Orígenes del deporte en Argentina
El Combate Medieval tuvo sus inicios en Europa del Este, específicamente en Rusia y Ucrania, hace más de 20 años. En Argentina, la actividad comenzó como una recreación histórica entre un pequeño grupo de amigos, quienes, usando armaduras caseras, intentaban emular los combates de los caballeros medievales. Nicolás García, uno de los pioneros de este deporte en el país, recuerda: “Todo empezó como un pasatiempo; nos interesaba la cultura medieval, pero no teníamos ni idea de que existía como deporte competitivo”.
El punto de inflexión llegó en 2013, cuando el grupo tomó contacto con la Historical Medieval Battles International Association (HMBIA), la entidad que regula la disciplina a nivel mundial. Algunos integrantes viajaron a Francia para asistir a la prestigiosa Batalla de las Naciones, un torneo internacional que reúne selecciones de distintos países. Aunque Argentina aún no tenía representación oficial, ese viaje marcó el inicio del desarrollo del deporte en el país, ya que el grupo regresó con reglamentos, experiencias y el entusiasmo de formar equipos competitivos.
Cómo se entrena un guerrero medieval moderno
El Combate Medieval no es solo una cuestión de portar una armadura y blandir un arma. Los entrenamientos son exhaustivos y combinan técnicas modernas de artes marciales con el manejo de armamento histórico. Según Nicolás García, los entrenamientos se dividen en tres sesiones semanales: dos sin armadura, dedicadas a la preparación física, y una con la armadura completa, que puede pesar más de 30 kilos.
En los entrenamientos, los guerreros aprenden desplazamientos, técnicas de ataque y defensa, y habilidades de combate cuerpo a cuerpo inspiradas en disciplinas como el Krav Maga y el Jiu Jitsu, que ayudan a mejorar las guardias, derribos y agarres. “Luchar con una armadura cambia todo. Desde cómo te mueves hasta cómo respiras. Te exige resistencia, fuerza y mucha estrategia”.