Por: Jesús Solano Lira
En su afán de cumplir los deseos del presidente que ya se fue, pero que dejo un buen de encargos a la actual administración, en octubre pasado el senado aprobó una reforma energética que sepultó la impulsada en 2013 por Enrique Peña Nieto.
Para el partido en el poder y sus aliados, así como para el gobierno en turno, fue un triunfo, sin embargo, para los empresarios es un motivo de preocupación, y no lo digo yo, lo advierte la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX).
Para el llamado sindicato patronal, es vital en el país, un sistema eléctrico competitivo y sustentable, que ayude al crecimiento del país y a la prosperidad de los ciudadanos, peroooo también es importante definir ambiguamente a la CFE como entidad “sin fines de lucro”.
Los hombres del dinero alertan que trasladar la responsabilidad operativa del sistema eléctrico a la Comisión Federal de Electricidad, debilita la confianza de inversionistas y empresas. Y cómo no, ha sido una empresa a la que le han inyectado miles de millones de pesos, y nada más no la vemos como una entidad moderna, eficaz y eficiente.
El decreto que modificó la Reforma Energética de 2013, da un control del más del 50% a la CFE en la generación de energía, por lo que la COPARMEX, a través de un documento, se pronuncia por mantener un sector energético basado en la competencia, la sustentabilidad y la transparencia, lo que no sucedió en el sexenio pasado.
Ahora bien, los cambios que plantea esa reforma, cocinada al vapor y aprobada al chilazo, busca que las plantas de la CFE vendan antes que los privados, con lo que se limitará la participación privada en el sector, cancelando contratos de inversión.
Ante esa situación, la COPARMEX considera fundamental que se garantice un entorno propicio para la participación equitativa de los actores del mercado, incluyendo las pequeñas y medianas empresas, quienes se verán directamente impactadas por los cambios planteados.
Y tómala. La COPARMEX reitera que la propuesta de otorgar un rol predominante a la CFE genera dudas sobre la imparcialidad y viabilidad del despacho eléctrico, sobre todo por la ausencia de un operador del sistema independiente, como el CENACE, lo que representa un riesgo significativo.
Para la COPARMEX, está situación podría afectar no solo la seguridad de la red sino también la confianza de los inversionistas, quienes requieren reglas claras para operar y expandir la infraestructura energética en el país.
También preocupa a la COPARMEX, la falta de claridad sobre cómo se garantizará que la CFE cumpla con su proporción de generación del 54%, y qué ocurrirá en caso de que supere esta cuota o no la alcance.
Las ambigüedades de esa reforma, generan incertidumbre para el 46% restante del mercado, reservado a empresas privadas, y podrían desplazar a fuentes de energía limpias y sustentables, como la solar y eólica, en favor de opciones de mayor impacto ambiental, lo que pone en riesgo los avances hacia una transición energética limpia que debería guiar el desarrollo del sector eléctrico.
Aquí no aplica la máxima de las administraciones de Morena del NO PASA…NADA, porque la redacción actual de la ley también plantea desafíos para el financiamiento de nuevas inversiones.
De acuerdo con la COPARMEX, esta falta de certidumbre desalienta a los inversionistas nacionales e internacionales y afecta principalmente a las PYMES, quienes no cuentan con las mismas facilidades de acceso a crédito y financiamiento en un ambiente de riesgo elevado, lo que encarece el costo de desarrollo e impide que nuevas fuentes de generación eléctrica se sumen al mercado.
Vaya que esas ocurrencias amenazan el mercado energético, además de limitar la competencia y frenar el avance hacia un modelo energético democratizado y descentralizado, que permita a los consumidores generar su propia energía y reducir costos. De consolidarse esta tendencia, se contravendría el derecho de los mexicanos a un mercado justo y a un sistema eléctrico que responda a sus necesidades.