La doctora Harumi Watanabe, especialista en toxicología y farmacología natural, compartió en una entrevista reciente una perspectiva innovadora sobre el uso terapéutico de ciertas toxinas animales. Uno de los ejemplos más destacados es el veneno del monstruo de Gila (Heloderma suspectum), un reptil originario del suroeste de Estados Unidos y norte de México, cuya secreción venenosa ha sido clave en el desarrollo de medicamentos de última generación como Ozempic y Wegovy.

Lejos de la idea común de que todo veneno es letal, la ciencia ha demostrado que algunas toxinas pueden tener aplicaciones médicas poderosas. En el caso del monstruo de Gila, su veneno contiene una molécula llamada exendina-4, que actúa de manera similar a la GLP-1, una hormona que nuestro cuerpo produce naturalmente en el intestino después de comer. Esta hormona cumple una función fundamental: estimula la secreción de insulina, inhibe la liberación de glucagón (otra hormona que eleva la glucosa en sangre) y retarda el vaciamiento gástrico, contribuyendo a una mayor sensación de saciedad.
El gran aporte de la exendina-4 es que se mantiene activa mucho más tiempo en el organismo que la GLP-1 natural. Esta duración extendida permite un control más prolongado de los niveles de azúcar en sangre y, como efecto secundario beneficioso, reduce el apetito. Este mecanismo es lo que ha dado lugar al desarrollo de medicamentos como semaglutida, el principio activo de fármacos conocidos comercialmente como Ozempic (para la diabetes) y Wegovy (para el control del peso).

Inicialmente aprobados por la FDA para el tratamiento de la diabetes tipo 2, estos medicamentos comenzaron a usarse también como herramienta eficaz en el tratamiento de la obesidad, especialmente en pacientes con resistencia a la insulina o con dificultades para controlar el apetito. Su popularidad ha crecido tanto que hoy forman parte de terapias integradas en programas de pérdida de peso, bajo supervisión médica.
Además, el desarrollo de este tipo de fármacos ha abierto la puerta a nuevas generaciones de medicamentos basados en la bioingeniería de péptidos naturales. Variantes más recientes de GLP-1 sintético incluso combinan su acción con otras hormonas, como la GIP (péptido inhibidor gástrico), para ofrecer tratamientos más completos y personalizados.
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