Junio es el mes de la visibilidad LGBTIQ+, una fecha que no surgió como una celebración, sino como un acto de resistencia. Hace 56 años, el 28 de junio de 1969, la policía de Nueva York irrumpió en el bar Stonewall Inn, en Greenwich Village. Ese era un espacio seguro para personas trans, drag queens, jóvenes queer sin hogar y comunidades racializadas. Pero esa noche, como tantas otras, la policía criminalizó a las personas por su orientación sexual e identidad de género.
A diferencia de otras redadas, esa vez la comunidad decidió resistir. Durante varios días, se llevaron a cabo protestas espontáneas y enfrentamientos con la policía. Aquella respuesta colectiva fue liderada, en gran medida, por mujeres trans afroamericanas y latinas como Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, y marcó un antes y un después: el nacimiento del movimiento moderno por los derechos LGBTQ+ en todo el mundo.
Un año después, el 28 de junio de 1970, se realizó en Nueva York la primera Marcha del Orgullo, como forma de conmemorar esa rebelión. Desde entonces, junio se ha transformado en un mes para celebrar la diversidad, la autenticidad y el amor, pero también para recordar que los derechos ganados no están garantizados.
Aunque muchas veces vemos el Orgullo como una fiesta, no debemos olvidar que en más de 60 países la homosexualidad sigue siendo criminalizada, y en algunos, incluso castigada con la pena de muerte (según Human Rights Watch, 2024). En otras naciones, incluida Estados Unidos, los derechos de las personas trans y queer están siendo cuestionados o directamente revertidos.
En México, según datos de la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021 del INEGI:
- 5.1% de la población mayor de 15 años se identifica como parte de la comunidad LGBTI+, lo que representa aproximadamente 5 millones de personas.
- 0.9% se reconoce como transgénero, transexual o con otra identidad de género distinta al sexo asignado al nacer (alrededor de 909 mil personas).
- La edad promedio de las personas trans en México es de 30 años, un reflejo doloroso de la violencia estructural que acorta sus vidas.
Además:
- 1 de cada 3 personas LGBTI+ ha enfrentado discriminación en el trabajo.
- Solo el 4.7% ocupa cargos de liderazgo o dirección.
No se trata de “tolerar” la existencia de personas diversas. Se trata de reconocer que la dignidad, el amor, la identidad y la libertad no se negocian. La diversidad sexual y de género no es una amenaza: es parte del tejido social que enriquece y transforma nuestras comunidades.
Cada derecho que hoy celebramos fue ganado con marchas, demandas legales, activismo y voces que se alzaron, incluso cuando era peligroso hacerlo, y hasta vidas perdidas. Por eso, no podemos dar ni un paso atrás. Debemos seguir exigiendo igualdad real, justicia social y libertad para ser sin miedo.
Junio es un mes para celebrar con orgullo lo que somos, pero también para nombrar las violencias que persisten, las vidas que faltan, y los caminos que aún debemos abrir para que nadie tenga que ocultarse, ni defender su derecho a existir.
Porque el orgullo no es moda: es memoria, es identidad y es revolución.