Cada vez más parejas deciden vivir juntas antes del matrimonio, pero ¿es realmente una buena idea? Diversos estudios han analizado este fenómeno desde los años 70, y la evidencia apunta a que la convivencia prematrimonial puede aumentar el riesgo de divorcio en un 33%. Sin embargo, ¿por qué tantas parejas siguen eligiendo esta opción?
La razón principal es el deseo de pasar más tiempo con su pareja (61%), seguido de factores económicos (19%) y la intención de “probar” la relación (14%). Pero existe una diferencia clave entre hombres y mujeres: mientras ellas suelen ver la convivencia como un paso hacia el matrimonio, ellos pueden interpretarla de forma menos comprometida.
Según la Dra. Meg Jay, hay dos tipos de personas al momento de decidir vivir juntos:
- Los “Deciders”, quienes se mudan con un compromiso claro.
- Los “Drifters”, quienes lo hacen sin planearlo, dejándose llevar por la inercia.
Este último grupo es el que más problemas enfrenta, pues muchas veces terminan atrapados en relaciones que de otro modo habrían terminado en pocos meses. Este fenómeno, conocido como “lock-in”, hace que las personas permanezcan juntas por comodidad, incluso si la relación no es satisfactoria.
Además, estudios recientes indican que las parejas que cohabitan sin compromiso previo reportan menor satisfacción y más conflictos en su matrimonio. No se trata solo de evitar el divorcio, sino de garantizar una relación de calidad.
Entonces, ¿qué se necesita para una convivencia exitosa? La clave está en desarrollar habilidades esenciales como comunicación efectiva, negociación, resolución de problemas y gestión emocional.
La conclusión es clara: vivir juntos antes del matrimonio no es necesariamente una mala idea, pero hacerlo sin haber tomado una decisión consciente y madura puede ser un error. La convivencia debe ser una elección, no una consecuencia de la inercia.