Por: Jesús Solano Lira
Trump
A casi una semana de que Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos, los mercados financieros respondieron positivamente, pero en México se encendieron los focos de alarma por los amagos del empresario.
En un afán por tranquilizar los mercados, generar confianza entre los empresarios y, sobre todo, calmar el nerviosismo de diversos sectores, la presidenta Claudia Sheinbam, reconoció el triunfo del neoyorquino, es más, dijo que no había nada que temer, por la próxima llegada de Trump a la Casa Blanca.
Sin embargo, Donald Trump reiteró sus amenazas de hacer una deportación masiva, de al menos un millón de indocumentados, en su primer año de gobierno, y construir un muro en la frontera, para detener el flujo migratorio hacia Estados Unidos, dos acciones que se antoja difícil de que cumpla.
En uno de los mítines más representativos de Trump, en el Madison Square Garden en Nueva York, Trump dijo: “En el Día 1, lanzaré el programa de deportación más grande en la historia de Estados Unidos para sacar a los criminales”.
Y fue más allá, y sacó de su ronco pecho su política antimexicana, al sentenciar que rescatará “cada ciudad y pueblo que ha sido invadido y conquistado, y pondremos a estos criminales viciosos y sedientos de sangre en la cárcel, luego los sacaremos de nuestro país lo más rápido posible”.
Y por qué le digo que se antoja más que complicado que cumpla su palabra, ahhh pues ahí le va, porque esa pretensión requeriría una enorme fuerza de aplicación de la ley, instalaciones de detención masivas, aviones para mover personas y naciones dispuestas a aceptarlas.
Para el presidente electo de Estados Unidos no hay, a su decir, imposibles, y ha declarado que invocaría la Ley de Enemigos Extranjeros, raramente utilizada y que data de 1798 y permite al presidente deportar a cualquier persona que no sea ciudadano estadounidense y sea de un país con el que haya una “guerra declarada” o una “invasión o incursión depredadora” amenazada o intentada.
El mandatario electo ya puso las cartas sobre la mesa, o México frena el contrabando de fentanilo y emprende una guerra eficaz y efectiva contra el narcotráfico, nada de abrazos no balazos, o inicia una imposición de aranceles a los productos exportados de nuestro país a la Unión Americana.
Durante una entrevista con NBC News, sostuvo que no hay que escatimar recursos para combatir al narcotráfico mexicano:“No es una cuestión de un precio. no tenemos opción. Cuando la gente ha matado y asesinado, cuando los señores de la droga han destruido países, y ahora van a regresar a esos países porque no se van a quedar aquí. No hay precio”, sentenció el magnate.
Sus dichos, sobre las medidas que tomará en caso de que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, no frene a los cárteles mexicanos de la droga, los dejo muy en claro en un mítin en Carolina del Norte.
En aquella ocasión Trump, advirtió ante sus seguidores. “Estamos siendo invadidos por México”, para después declarar que le advertiría a la presidenta Sheinbaum que “si no detienen esta avalancha de criminales y drogas, voy a imponer inmediatamente un arancel del 25% en todo lo que envíen a Estados Unidos”, ufff y recontra ufff.
Para mucho expertos en la materia, a Trump bien se le puede aplicar del refranero de la abuela, aquel que dice que “perro que ladra no muerde”, además de manejar siempre una retórica de confrontación que pocas veces cumple, señalan que es parte de su naturaleza.
Y ante ese amago, el Grupo Financiero Base, señala que la “De materializarse esta amenaza, afectaría severamente las exportaciones de México, la inversión en el país, la creación de empleo y el crecimiento económico, lo que elevaría la probabilidad de una crisis, y sería el equivalente a terminar con el T-MEC”. Quiúboles.