Por Kari Nava
En la tarde del 7 de diciembre, la Ciudad de México experimentó un sismo con una magnitud registrada de 5.7, proveniente del sur de Chiautla de Tapia, Puebla. La sorpresiva activación de la alerta sísmica movilizó a los habitantes de la zona metropolitana del Valle de México, quienes ejecutaron de inmediato los protocolos de evacuación, conscientes de la importancia de la preparación ante posibles emergencias.
El Sismológico Nacional fue rápido en reportar la magnitud y ubicación del sismo, proporcionando información crucial para evaluar la situación. El presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó el evento y destacó que se sintió con fuerza en la Ciudad de México, generando una respuesta coordinada de las autoridades para garantizar la seguridad de la población.
La ubicación del epicentro en el sur de Chiautla de Tapia, Puebla, activó un rápido despliegue de equipos de respuesta en la zona. Las autoridades informaron que están llevando a cabo recorridos y supervisiones para descartar posibles daños y garantizar la integridad de la comunidad cercana al epicentro.
Un elemento crucial en la respuesta ante este sismo fue el Sistema de Alerta Sísmico (SAS), operado por el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES). Este sistema cuenta con sensores estratégicamente ubicados en todo el territorio mexicano, monitoreando constantemente las zonas de peligro sísmico.
Los sensores del SAS detectaron rápidamente la actividad sísmica, determinando la posible magnitud en los primeros segundos del evento. La información fue enviada a las ciudades receptoras, permitiendo que los detectores calcularan la distancia entre el epicentro y las áreas urbanas principales. En cuestión de segundos, el sistema evaluó la necesidad de activar la alerta en las localidades afectadas.
La eficacia de la alerta sísmica destaca la importancia de contar con sistemas de monitoreo avanzados y protocolos de respuesta bien establecidos. La rapidez con la que la población respondió a la alerta refleja la conciencia pública sobre la necesidad de estar preparados para eventos sísmicos, una realidad frecuente en esta región geográfica.
A medida que las autoridades continúan evaluando los posibles impactos y realizando inspecciones en el área afectada, el evento sirve como recordatorio de la constante necesidad de inversión en tecnologías y sistemas que fortalezcan la resiliencia de las comunidades ante desastres naturales. La lección aprendida hoy fortalecerá la preparación y la capacidad de respuesta ante futuros eventos sísmicos en la Ciudad de México y sus alrededores.
