Por Fernanda Sánchez
El ayuno intermitente se ha posicionado como una de las estrategias más populares para perder peso y mejorar la salud general. Esta tendencia alimentaria consiste en alternar períodos de comida con lapsos de ayuno, generalmente de 12 a 16 horas. Aunque sus supuestos beneficios han captado la atención de muchos, no es una práctica adecuada para todas las personas, en especial para quienes padecen ciertas enfermedades.
Los beneficios del ayuno intermitente
Según la nutricionista Sandra Moñino, autora del libro Adiós a la inflamación, el ayuno intermitente puede ofrecer importantes beneficios metabólicos, como darle un “descanso” al organismo. Durante su intervención en COPE, explicó que el principal objetivo del ayuno no es reducir calorías, sino reorganizar los horarios de alimentación.
La forma más común de practicar el ayuno intermitente consiste en cenar a las ocho de la noche y no volver a ingerir alimentos hasta el mediodía del día siguiente, acumulando unas 16 horas de ayuno. Durante este tiempo, el cuerpo recurre a sus reservas de energía, lo que, según los defensores de este método, favorece la quema de grasas.
¿Quiénes no deben hacer ayuno intermitente?
A pesar de los posibles beneficios, Moñino advirtió que el ayuno intermitente no es recomendable para todas las personas, especialmente para aquellas con diabetes. En personas diabéticas, esta práctica puede provocar picos peligrosos de glucosa en sangre, ya que dependen de una ingesta regular de alimentos para mantener estables los niveles de azúcar. El ayuno prolongado puede representar un riesgo grave para su salud.
Es fundamental que las personas con problemas metabólicos o enfermedades crónicas consulten a un especialista antes de intentar el ayuno intermitente, ya que puede haber complicaciones si no se adapta a las necesidades individuales.
Precauciones antes de comenzar
Moñino subrayó que el ayuno intermitente no debe confundirse con simplemente pasar muchas horas sin comer. De hecho, los ayunos de 13 horas, aunque beneficiosos, no se consideran intermitentes. Además, es importante que esta práctica sea gradual, permitiendo que el cuerpo se adapte para evitar efectos secundarios.
Finalmente, quienes opten por probar el ayuno intermitente deben hacerlo bajo supervisión médica, especialmente si están tomando medicamentos que requieren ser consumidos con alimentos. La clave está en adaptar el régimen sin poner en riesgo la salud.