¿Qué se comía en el Titanic? Así era el lujoso menú del barco más famoso del mundo

Los sabores del Titanic: Mucho más que lujo a bordo

Más de un siglo después del trágico hundimiento del Titanic, el mundo sigue fascinado con los detalles de aquel viaje inolvidable. Más allá de su colosal tamaño, su fama de “insumergible” y la devastadora pérdida de más de 1,500 vidas, hay algo que continúa despertando curiosidad: ¿cómo se vivía a bordo? ¿Qué se comía en el barco más lujoso de su tiempo?

Banquetes en medio del océano
El Titanic fue diseñado para impresionar, y la comida era uno de sus mayores lujos. La naviera White Star Line se aseguró de abastecer al barco con toneladas de provisiones: más de 35 mil kilos de carne, 40 mil huevos, 7 mil lechugas, 5 mil kilos de pescado, miles de frutas, y cantidades colosales de harina, azúcar y leche. Todo preparado para alimentar a los 2,200 pasajeros durante lo que debía ser una travesía de siete días.

Tercera clase: Sencilla pero sorprendente
Aunque las instalaciones eran modestas comparadas con las de clases superiores, los pasajeros de tercera clase recibían una alimentación más que decente, especialmente considerando que, en otros barcos, solían llevar su propia comida. Los comedores eran simples, con mesas largas y luz eléctrica, y los menús incluían pan fresco, fruta, mantequilla y platos calientes.
El desayuno ofrecía avena, arenques, huevos, jamón, papas, mermeladas, té y café. Para el almuerzo se servían sopa de arroz, rosbif, maíz, papas hervidas, fruta y pudín de ciruelas. En lugar de cena formal, había una merienda con carne fría, queso, encurtidos y pan, mientras que el té se acompañaba de pudín de higos y galletas. Tristemente, muchas de estas comidas fueron las últimas para cientos de personas, ya que el 75% de los pasajeros de tercera clase no sobrevivieron.

Segunda clase: Elegancia sin excesos
Los pasajeros de segunda clase disfrutaban de espacios bien decorados, con paneles de roble y suelos coloridos. El menú era menos variado que el de primera, pero ofrecía opciones generosas y sabrosas. El desayuno incluía arenques ahumados, riñones, tocino, salchichas, huevos, bollos, panecillos y cereales como avena o sémola.
El almuerzo podía tener sopa de guisantes, espaguetis gratinados, carnes diversas, albóndigas, cordero, encurtidos y ensaladas. Para el postre había tapioca, tarta de manzana, fruta, queso y café. Su última cena fue igual de completa: pollo al curry, abadejo, cordero con menta, pavo con salsa de arándanos, guarniciones y consomé. Platos que, aunque más discretos que los de primera clase, hablaban de una cocina de calidad.

Primera clase: Lujo hasta en el paladar
El comedor principal de primera clase era un verdadero salón de reyes, con paneles blancos, vitrales y mesas elegantes. Quienes deseaban aún más exclusividad podían reservar en el restaurante a la carta del famoso chef Luigi Gatti, un espacio refinado con servicio personalizado.
El desayuno ofrecía desde salmón ahumado hasta filetes y tortillas al gusto. El almuerzo incluía entradas como rodaballo y tortillas con espárragos, junto a un bufé con jamón, pasteles, gambas, pollo frío y más. El queso cerraba la comida con una selección gourmet de camembert, roquefort, stilton y cheddar.
La última cena fue un banquete de once tiempos: ostras, consomé, salmón con salsa mousseline, filete mignon, pichón, foie gras, espárragos, quesos, frutas, éclairs, helados y postres sofisticados. Una experiencia culinaria de lujo que quedó grabada en la historia.

Un legado que va más allá de la tragedia
Más allá del desastre, el Titanic nos dejó una ventana al estilo de vida de una época. Su comida reflejaba no solo la sofisticación de principios del siglo XX, sino también la marcada división entre clases sociales. Y aunque la tragedia ensombreció su historia, los menús que se sirvieron a bordo siguen despertando asombro por la variedad, la calidad y el contraste entre los distintos grupos de pasajeros.

Noticias recientes

Related articles

¿Tienes un evento social en puerta?

spot_imgspot_img