El cónclave es el proceso mediante el cual los cardenales de la Iglesia católica se reúnen para elegir al nuevo Papa, el líder espiritual de más de mil millones de fieles en todo el mundo. Es un evento de gran solemnidad y tradición, profundamente enraizado en la historia de la Iglesia.
El término “cónclave” proviene del latín “cum clave”, que significa literalmente “con llave”. Este nombre hace referencia a la antigua práctica de encerrar a los cardenales en un lugar cerrado —habitualmente la Capilla Sixtina en el Vaticano— hasta que se llegue a una decisión. Esta medida, establecida desde la Edad Media, busca asegurar un ambiente de reflexión, oración y concentración, libre de presiones externas.

Durante el cónclave, los cardenales emiten votos secretos en varias rondas. Si después de cada votación no se alcanza una mayoría de dos tercios, se queman las papeletas junto con un producto químico que genera humo negro, señal de que no hay nuevo Papa. Cuando finalmente se elige al nuevo pontífice, se produce el tan esperado humo blanco, que indica al mundo que la Iglesia tiene un nuevo líder.
Este proceso, que ha cambiado muy poco a lo largo de los siglos, simboliza no solo una elección, sino también una renovación espiritual dentro del catolicismo, uniendo fe, tradición y responsabilidad en uno de los ritos más antiguos de la cristiandad.
