Más que un tubérculo: un alimento cargado de propiedades saludables.
Por Vannia Carmona
La yuca, un tubérculo originario de Brasil y Paraguay, se ha consolidado como un alimento de gran valor en la dieta mundial debido a sus notables propiedades nutricionales. Similar a la patata, destaca por ser una fuente rica en hidratos de carbono, de los cuales el 38% corresponden a almidones. Esto la convierte en una opción energética ideal para individuos con altas demandas calóricas, como deportistas o personas con actividades intensas.
Entre sus principales nutrientes se encuentran la vitamina C, esencial para el sistema inmunológico, y la vitamina B1, necesaria para metabolizar carbohidratos. Sin embargo, durante la cocción, parte de estas vitaminas se pierde, aunque el tubérculo conserva una concentración significativa de otros minerales como potasio (271 mg/100 g), calcio, magnesio, y oligoelementos como zinc y selenio, que contribuyen a la salud muscular, la regulación de la presión arterial y el mantenimiento de huesos fuertes.
Su bajo índice glucémico la convierte en un alimento adecuado para quienes buscan controlar los niveles de azúcar en la sangre, mientras que su capacidad para generar saciedad ayuda a evitar el consumo excesivo de calorías. Además, el contenido en fibra de la yuca favorece la salud intestinal, previniendo problemas como el estreñimiento, y su aporte de vitamina K y calcio la hace indispensable para fortalecer el sistema óseo y prevenir enfermedades como la osteoporosis.
La yuca es apta para dietas específicas, como las libres de gluten, gracias a su composición natural. Asimismo, contiene vitamina B6, que mejora el estado de la piel, el cabello y el sistema nervioso, mientras que su contenido bajo en grasa la convierte en una opción saludable para diferentes estilos de vida. En conclusión, este tubérculo es mucho más que un alimento energético: es un recurso nutricional integral que debe formar parte de una dieta balanceada.