La comida corrida es un elemento fundamental en la gastronomía mexicana, ofreciendo a millones de personas una opción rápida, económica y deliciosa para el almuerzo. Su nombre proviene de una costumbre de principios del siglo XX, cuando los restaurantes y fondas comenzaron a ofrecer menús completos a precio fijo para atraer a trabajadores y oficinistas con poco tiempo para comer.
La expresión “comida corrida” hace referencia al concepto de una comida que se sirve de manera continua y sin pausas prolongadas entre cada platillo. Esta tradición se consolidó en la década de 1950, cuando los pequeños restaurantes ofrecían menús accesibles compuestos por sopa, arroz, guisado y postre.
A diferencia de los restaurantes a la carta, donde los comensales pueden elegir platillos de forma independiente, la comida corrida se basa en una estructura fija que permite a los negocios preparar los alimentos con anticipación, agilizando el servicio y reduciendo costos.
Hoy en día, la comida corrida sigue siendo una opción popular en México, con miles de fondas y pequeños restaurantes que mantienen viva esta tradición. Más allá de su origen, se ha convertido en un símbolo de la cocina casera, ofreciendo el sabor y la calidez de un hogar a quienes buscan una comida completa y accesible.
