La industria musical mexicana enfrenta un nuevo obstáculo tras la implementación de políticas migratorias más estrictas por parte del gobierno de Estados Unidos. En las últimas semanas, múltiples artistas han visto canceladas sus presentaciones en territorio estadounidense debido al rechazo de sus visas de trabajo, una situación que ha encendido las alarmas en el gremio artístico y entre los promotores de espectáculos.

Caso mas sonado
Uno de los casos más emblemáticos es el del cantante Julión Álvarez, quien se vio obligado a cancelar varias fechas en Texas. En un video publicado en sus redes sociales, el intérprete expresó su impotencia ante lo ocurrido: “Esto ya no depende de mí”. Álvarez ya había enfrentado restricciones similares en 2017, cuando fue incluido por el Departamento del Tesoro de EE.UU. en una lista de personas presuntamente vinculadas al narcotráfico, aunque logró limpiar su nombre y retomar su carrera.
Golpe severo para sus carreras
El impacto de estas decisiones no solo se limita a cuestiones legales o administrativas. Afecta directamente el sustento económico de los artistas, su visibilidad en el extranjero y su relación con una amplia comunidad latina que los sigue y apoya desde Estados Unidos.
En espera de documentación
Lorenzo de Monteclaro, veterano del género, también ha tenido que cancelar fechas en EE.UU. A través de sus redes sociales, explicó que se encuentra en espera de documentación para poder cumplir con sus compromisos. Aunque evitó precisar si la negativa de visa fue el motivo, su caso se suma a una creciente lista de afectados.
Con estas medidas, el gobierno estadounidense parece estar adoptando una postura más estricta hacia ciertos géneros musicales, particularmente el corrido tumbado y el narcocorrido, al considerar que podrían fomentar la apología del crimen organizado. Esta tendencia plantea serias interrogantes sobre la libertad artística, los prejuicios culturales y el tratamiento diferenciado hacia músicos latinoamericanos.