Los niños pequeños aún no han desarrollado completamente la empatía ni la capacidad de compartir, ya sea juguetes o la atención de los adultos. Frente a los conflictos y los celos, es fundamental que los padres los guíen con escucha activa, comprensión y respeto
Las peleas entre hermanos son una de las preocupaciones más comunes en las familias. Lo primero que hay que entender es que los conflictos forman parte de cualquier relación interpersonal y no son exclusivos de la infancia. Sin embargo, en los niños suelen ser más evidentes, impulsivos y explosivos que en los adultos. Es responsabilidad de los padres acompañar a sus hijos en estos momentos, ayudándolos a reconocer y gestionar sus emociones a través del ejemplo y la orientación adecuada.
¿Por qué surgen los conflictos entre hermanos?
Durante la infancia, el cerebro aún está en desarrollo, lo que influye en la manera en que los niños reaccionan ante los desacuerdos. La amígdala, encargada de procesar emociones como la ira y el miedo, se activa ante situaciones de conflicto, mientras que el hipotálamo regula las respuestas fisiológicas, liberando hormonas como la adrenalina o el cortisol. Debido a esta inmadurez cerebral, las discusiones entre hermanos no pueden compararse con las de los adultos, ya que son más impulsivas y menos reflexivas.
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El sentido de pertenencia también juega un papel importante en estos conflictos. Los niños buscan sentirse valorados y únicos dentro de su familia, lo que puede generar rivalidad con sus hermanos. Además, durante la etapa egocéntrica (2-6 años), aún no han desarrollado completamente la empatía ni la capacidad de compartir, lo que puede llevarlos a competir por la atención de sus padres o por sus objetos favoritos. En muchos casos, las peleas surgen de manera espontánea dentro del juego, evolucionando rápidamente de una actividad divertida a una disputa.
El papel de los padres en la resolución de conflictos
Las peleas entre hermanos representan una oportunidad para que los padres enseñen habilidades de resolución de conflictos de manera respetuosa y empática. Algunas estrategias clave incluyen:
- Acompañar sin juzgar: Es importante establecer normas y límites sin tomar partido en las discusiones, evitando buscar culpables y fomentando soluciones efectivas.
- Evitar la rivalidad: Cada niño debe sentirse especial y valorado, con momentos exclusivos con sus padres para reforzar su autoestima sin necesidad de competir con sus hermanos.
- Fomentar la empatía y el respeto: Una vez que la discusión haya pasado, se puede guiar a los niños para que comprendan cómo se sintió el otro y cómo actuar de manera más asertiva en el futuro.
- Practicar la escucha y la paciencia: Enseñar a los niños a escuchar activamente y a respetar los tiempos de los demás les ayuda a desarrollar habilidades sociales esenciales para su vida.
Lejos de ser un problema, las peleas entre hermanos pueden convertirse en valiosas oportunidades de aprendizaje. Acompañados por sus padres, los niños pueden aprender a expresar sus emociones, resolver conflictos de manera sana y fortalecer su vínculo con sus hermanos.