La época contemporánea se caracteriza por su complejidad, en la que la diversidad de las relaciones interpersonales y los cambios en las estructuras familiares marcan una transformación constante de los roles sociales. En este contexto, vivimos en un tiempo de incertidumbre respecto a lo que significa formar parte de la sociedad, donde las definiciones de identidad, género y familia se han vuelto más dinámicas y menos rígidas.
En este sentido, la paternidad no ha quedado exenta de estas transformaciones. Este estudio analiza cómo los hombres se están adaptando a los cambios en las expectativas y responsabilidades de ser padre en un mundo en constante evolución. Desde la perspectiva del enfoque sistémico, que comprende la realidad como una construcción en la interrelación de factores macro y micro-sistémicos —como el contexto social, histórico y cultural—, se observa que la figura del padre en la actualidad se encuentra en un proceso de redefinición.
En la sociedad contemporánea, la paternidad ya no es un concepto estático, sino que se ha convertido en una construcción más flexible y difusa, en la que coexisten elementos que refuerzan tanto el modelo tradicional como nuevas formas de ejercicio del rol paterno. Por un lado, persiste la visión clásica en la que la madre sigue siendo vista como la principal responsable del hogar y la crianza. Por otro, crece la demanda de una mayor participación del hombre en la vida familiar, promovida por movimientos sociales, cambios en las dinámicas laborales y una nueva concepción de la masculinidad.
Estos cambios generan tensiones, pero también oportunidades, ya que permiten una mayor inclusión del padre en la crianza y una redistribución más equitativa de las responsabilidades familiares. La paternidad, en este nuevo escenario, se encuentra en un punto de inflexión, donde se equilibran tradiciones arraigadas y nuevas posibilidades de construcción de identidad y vínculo con los hijos.
