Con más de 30 millones de visitantes extranjeros al año, la capital francesa es uno de los destinos turísticos más populares del mundo. No en vano, cuenta con monumentos emblemáticos como la Torre Eiffel o el Arco del Triunfo, espacios tan característicos como los Campos Elíseos o Montmartre y museos de fama mundial como el Louvre y el D’Orsay. Y, cuando llega la noche, nada mejor que un paseo romántico para contagiarse de la magia que desprende París iluminado o un crucero por el Sena, cena incluida.
Un buen punto de partida para empezar a conocer la ciudad es la Avenida de los Campos Elíseos, que se extiende desde el Arco del Triunfo hasta la Plaza de la Concordia. De todos los rincones que recorre la avenida, el Arco del Triunfo es uno de los que exige parada obligatoria. Se trata de un arco de más de 50 metros con cuatro pilares decorados con altosrrelieves que representan el Triunfo, la Paz, la Resistencia y la Partida de Voluntarios. Además, se puede subir al techo y contemplar una panorámica de la ciudad desde la que se divisa la Plaza de la Concordia, el Gran Arco de la Defense o los Jardines de las Tullerías.
Pero, sin lugar a dudas, el símbolo indiscutible de la capital del Sena no es otro que la Torre Eiffel, una estructura de más de 10.000 toneladas de metal que mide 324 metros y diseñó Gustave Eiffel para la Exposición Universal de 1889 en París. Los que opten por no usar el ascensor, tendrán que subir nada menos que 1665 escalones para llegar a la cúspide de la torre y contemplar París a vista de pájaro.
Otro de los monumentos más espectaculares y representativos de París es la Catedral de Notre-Dame, popularizada por la novela que escribió Víctor Hugo en 1831. El templo, bañado por el Sena y situado en la Isla de la Cité, se considera una catedral gótica aunque tiene una gran influencia románica que se aprecia en su planta de cruz romana. La torre sur, que se alza a 69 metros de altura y a la que se accede a través de una escalera de caracol de 425 escalones, contiene la famosa campana Emmanuel, la más grande de la catedral.
Después, llega el momento de visitar los museos más destacados de París. El Museo del Louvre es el más famoso. Este centro, al que se accede a través de una pirámide de cristal, expone más de 35.000 piezas entre las que destaca la inmortal Gioconda de Leonardo Da Vinci, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia o el Escriba Sentado. Otro de los centros de visita obligada es el Museo D’Orsay, dedicado a las artes plásticas del siglo XIX y en el que se pueden encontrar obras de Vincent Van Gogh, Jean François Millet, Claude Monet y Edouard Manet, entre otros.
Y, para empaparse de la bohemia parisina, nada mejor que visitar Montmartre, el barrio de los pintores, una colina donde los turistas podrán dejarse retratar por los artistas callejeros, adentrarse en cabarets como el célebre Moulin Rouge o el Lapin Aguile y visitar el Museo Espace Dalí. Este recorrido termina en la Iglesia del Sacré Coeur, que corona la cumbre del barrio.
Y si cuando cae el sol los turistas aún siguen con fuerzas, nada mejor que un crucero por el Sena para ver las luces del Moulin Rouge, la Torre Eiffel, los Campos Elíseos o el barrio latino. Y, para los que prefieran locales de fiesta, la capital francesa cuenta con zonas de pubs como Bastille, Oberkampf o Republique y macrodiscotecas como Budha Bar, Suite o L’Etoile.
En cuanto a la gastronomía, los turistas no pueden pasar por París sin degustar especialidades de queso tales como el camembert, el roquefort, el brie o el livarit. Disfrutar de una característica baguette o de otros tipos de pan como el brioche o los pains. En cuanto a dulces, lo mejor, los ‘pettit fours’.