En una reciente entrevista, el especialista Paco Colmenares habló sobre la crianza canina, sus implicaciones genéticas y la importancia de una reproducción responsable basada en la ciencia. Según Colmenares, la crianza de perros es una forma de simbiosis con la naturaleza. A través de la selección de ciertos rasgos, los humanos influyen en el proceso genético sin necesidad de herramientas invasivas. “No creamos la naturaleza, pero sí generamos las condiciones para que ciertos resultados se produzcan”, explica el experto.
Gran parte de las razas caninas que hoy conocemos han sido estandarizadas a lo largo del tiempo por organismos especializados que evalúan no solo la apariencia, sino la funcionalidad, el propósito y los efectos sobre la salud del animal. Aunque hoy en día muchas razas han sido adaptadas para la compañía y el juego, estas modificaciones, como el tamaño o el color del pelaje, también pueden traer consecuencias importantes.
Colmenares advierte que la genética juega un papel fundamental y que sus efectos no siempre son inmediatos. “Adoptar o comprar un perro sin conocer su origen puede parecer inofensivo al principio, pero a mediano plazo podrían manifestarse problemas de salud serios”, señala.
Incluso el color del pelaje y el tamaño del perro pueden influir en su salud. Estudios demuestran que ciertos tonos y variaciones físicas pueden estar asociados con malformaciones u órganos vulnerables. Esto subraya la necesidad de una crianza responsable, donde los animales sean seleccionados bajo criterios científicos y no solo estéticos.
El especialista hace un llamado a la sociedad: no se trata de rechazar a los animales por su genética, sino de fomentar una crianza formal y consciente, evitando reproducir perros cuya salud es incierta, ya que eso pone en riesgo a futuras camadas que podrían sufrir innecesariamente.
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