La urbanización ha sido uno de los mayores problemas para la supervivencia de otras especies, particularmente en la ciudad de Nueva York, donde a diario fallecen cientos de aves.
Los impactos de las aves contra los rascacielos de Manhattan son un problema persistente que se ha documentado durante años. Una voluntaria de la organización New York City Audubon que mostraban los alrededores del World Trade Center llenos de cadáveres de aves.
Los voluntarios de NYC Audubon documentan las muertes de aves en lugares de alto riesgo durante las migraciones de primavera y otoño.
Las aves migratorias suelen guiarse a través de una brújula cuántica integrada a su cerebro, que les ayuda a leer el campo magnético de la Tierra, distinguiendo entre el norte y sur a través de sus rutas estacionales para no perderse en el camino.
Entre todos los obstáculos que conlleva la migración estacional, la actividad humana y la modificación del entorno natural representan el mayor riesgo para las numerosas bandadas en su camino hacia el sur, especialmente cuando su ruta coincide con edificios altos y contaminación lumínica.
Este es un problema internacional y por ello en los últimos años, grupos conservacionistas y científicos han retomado este asunto. Han empezado a dirigir grupos que vigilan las colisiones de aves en China y Costa Rica. Afirman que basta con cambiar el cristal y apagar las luces para que esta problemática termine.