Por Adalai Ojeda
Ser padre no es fácil, y es natural cometer errores. El psicólogo Peter Jackson, autor del libro “25 errores que cometen los padres” (Editorial Amat), lo confirma: nadie es perfecto. Sin embargo, algunos errores pueden ser graves y tienen consecuencias duraderas en los hijos. Jackson, con más de 30 años de experiencia trabajando con niños, adolescentes y adultos con TDAH, ofrece una guía para evitar estos errores y mejorar la crianza.
“Los errores no siempre son intencionales, pero algunos son demasiado serios como para ignorarlos o pasarlos por alto”, asegura Jackson. Su objetivo con este libro es ayudar a los padres a ser más conscientes de los posibles problemas y a esforzarse continuamente para mejorar. Aquí te dejamos los cinco errores más comunes que cometen los padres y cómo evitarlos, según este experto:
- Abandonar la autoridad paterna: Muchos padres adoptan un enfoque “democrático” en la crianza, lo que puede generar inseguridad en los hijos. Jackson enfatiza que los niños necesitan normas y límites claros para sentirse seguros. Aunque todos deben ser respetados y escuchados, los padres son quienes deben tomar las decisiones importantes.
- Ser un padre ausente: Ya sea por razones laborales o personales, la ausencia física o emocional afecta profundamente a los hijos. Dedicar tiempo de calidad, mostrar interés y participar en actividades recreativas fortalece los lazos familiares y mejora la autoestima de los niños.
- Hacer del mundo un lugar aterrador: Exagerar los peligros del mundo puede generar miedo e inseguridad en los hijos. Jackson aconseja enseñarles a enfrentar situaciones peligrosas con soluciones concretas, en lugar de inculcarles temor.
- Falta de comunicación efectiva: Algunos padres adoptan una actitud crítica o distante. El diálogo con los hijos debe ser respetuoso y proteger su autoestima. Jackson sugiere expresar deseos claramente y fomentar la creatividad emocional para mejorar la comunicación.
- Luchas de poder: Los conflictos son inevitables, pero las luchas de poder no deben convertirse en una constante. Mantener la calma, evitar amenazas y resolver los conflictos de manera constructiva es esencial para preservar la dignidad tanto de los padres como de los hijos.
Si las tensiones familiares se vuelven crónicas o demasiado agresivas, Jackson recomienda acudir a un profesional para evitar mayores complicaciones.
