En una reciente conferencia, los médicos veterinarios zootecnistas Raúl Ocadiz y Rodrigo Suárez Groult ofrecieron una perspectiva profunda sobre los desafíos que enfrentan los animales recién nacidos en su lucha por alcanzar la vida adulta. Bajo el título “Lo difícil de ser cachorro”, ambos expertos explicaron cómo la evolución ha moldeado distintas estrategias de supervivencia entre las especies, permitiéndoles mantenerse a través del tiempo, adaptarse al medio ambiente y conservar su linaje genético.

Desde un punto de vista biológico, la vida de una cría recién nacida es frágil y compleja. No todas las especies se reproducen de la misma forma ni sus crías nacen con las mismas capacidades. A lo largo de millones de años, la naturaleza ha favorecido ciertas conductas reproductivas y de protección parental que buscan asegurar que al menos una parte de las crías sobreviva y se convierta en adulto, perpetuando así la especie. Sin embargo, esta no es una tarea sencilla. Los depredadores, las condiciones climáticas, la disponibilidad de alimento y otros factores ambientales pueden afectar gravemente la tasa de supervivencia de los recién nacidos.
Los especialistas destacaron que existen dos grandes categorías en cuanto al tipo de crías: las precociales y las altriciales. Las especies precociales dan a luz a crías que nacen con un nivel de desarrollo avanzado. Estas crías pueden caminar, ver, seguir a sus madres e incluso escapar de peligros poco tiempo después de nacer. Ejemplos comunes de este tipo de crías incluyen a los potros, terneros y muchas aves terrestres como los patos. Esta independencia temprana les brinda una ventaja significativa en entornos salvajes donde el tiempo para reaccionar ante una amenaza puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Por otro lado, las crías altriciales representan un caso muy distinto. Estas nacen inmaduras, sin pelo, plumas o la capacidad de moverse por sí mismas. Necesitan permanecer en nidos, guaridas o madrigueras donde dependen completamente del cuidado y la protección de sus padres. Este tipo de desarrollo se encuentra en mamíferos como los gatos, perros y roedores, así como en aves como los gorriones o los búhos. Aunque esta dependencia implica mayor riesgo si los padres no están presentes o si hay depredadores cerca, también permite que estas especies inviertan más tiempo en el desarrollo del cerebro y otras funciones complejas, lo que puede traducirse en una mayor capacidad de adaptación en la vida adulta.
Para más detalles escucha nuestro Podcast “Mascoteando” “Niños y gatos” y “Lo difícil de ser cachorro” en ADR Networks en donde hablamos mas en profundidad y conocemos diversas opiniones de nuestros invitados.