Seúl, Corea del Sur – En un giro electoral de gran trascendencia, el líder opositor Lee Jae-myung, del liberal Partido Demócrata, se encamina a convertirse en el próximo presidente de Corea del Sur tras vencer al candidato oficialista Kim Moon-soo, del Partido del Poder Popular, según las encuestas a pie de urna.

La jornada electoral, celebrada este martes, registró una participación del 79,3 %, la más alta desde 1997, reflejando el deseo ciudadano de dejar atrás seis meses de caos institucional, luego de que el expresidente Yoon Suk Yeol declarara la ley marcial en diciembre pasado. La toma militar, que fue sofocada por el Parlamento, desembocó en su destitución y en una sucesión inestable de líderes interinos.
Según los datos preliminares de la encuesta conjunta de KBS, MBC y SBS, Lee obtendría el 51,7 % de los votos, frente al 39,3 % de Kim. Aunque los resultados oficiales aún no han sido anunciados, la tendencia es clara: Corea del Sur parece girar hacia un nuevo capítulo bajo el mando de un presidente con mayoría legislativa y una agenda reformista.
En su discurso en la madrugada del miércoles, Kim reconoció la derrota y felicitó a Lee, asegurando que “acepta humildemente la decisión del pueblo”. Por su parte, Lee se mostró prudente al no proclamarse vencedor, aunque habló de comenzar “desde el primer día a restaurar la economía y garantizar que no vuelva a haber un golpe militar”.
La victoria de Lee marca un posible retorno a la normalidad política y podría facilitar reformas significativas, dada la mayoría legislativa de su partido. Entre sus propuestas clave destacan una reforma constitucional, el impulso a la inteligencia artificial y el fortalecimiento de las pymes. En política exterior, busca mantener la alianza con Estados Unidos sin descuidar la relación estratégica con China y Rusia.
Lee hereda un país marcado por la incertidumbre económica, tensiones regionales y un creciente malestar social. Sin embargo, sus críticos advierten que aún enfrenta juicios pendientes por corrupción y violación de leyes electorales, lo cual podría entorpecer su mandato si no logra consolidar rápidamente su legitimidad y liderazgo.