Por Diana Silva
En el trajín de la vida moderna, ¿cuánto tiempo dedicamos verdaderamente a nuestros hijos? ¿Cuántas veces nos detenemos a escuchar lo que tienen para decirnos o a compartir momentos significativos con ellos? La crianza va más allá del simple cuidado diario; implica dedicación, atención y vínculos profundos.
En un mundo donde el tiempo es un bien preciado y la tecnología nos envuelve constantemente, surge el desafío de brindar atención genuina a nuestros hijos. El tiempo de calidad se convierte en un recurso invaluable, esencial para su desarrollo emocional y psicológico, así como para fortalecer el vínculo familiar.
Según Víctor Giorgi, psicólogo especializado en niñez, lo que los niños necesitan son vínculos seguros y tiempo de calidad, no simplemente cantidad. Es crucial que sientan la presencia de adultos cercanos, disponibles para ellos en momentos específicos, no necesariamente todo el tiempo. Este sentimiento de seguridad y apoyo incondicional es fundamental para su bienestar emocional.
Leslie Villansante Salcedo, psicoterapeuta, subraya la importancia de la atención plena y la valoración de la presencia de los hijos. El tiempo de calidad implica estar presente de forma activa, mostrando interés genuino y dejando de lado distracciones como el teléfono móvil o la televisión.
La calidad del tiempo no se mide por su duración, sino por la intensidad y el valor de las interacciones. Es a través de estas experiencias compartidas que los niños aprenden, crecen y se desarrollan. Desde la Universidad de Harvard, se destaca que las experiencias tempranas positivas son fundamentales para construir una base sólida en el desarrollo cerebral y emocional de los niños.
El compromiso de los padres y cuidadores es clave en este proceso. Implica estar presentes emocionalmente, participar en actividades enriquecedoras, fomentar la comunicación y crear un entorno seguro para el crecimiento integral de los niños. UNICEF destaca que el juego es una herramienta poderosa para estimular el desarrollo cognitivo y emocional de los niños, fortaleciendo los lazos familiares.
Aunque las exigencias laborales y económicas pueden limitar el tiempo disponible, es fundamental encontrar formas creativas de involucrarse en la vida de los hijos. Desde dejar notas de cariño hasta compartir actividades simples pero significativas, cada gesto suma en la construcción de una relación sólida y afectuosa.
La educación a través del juego, la comunicación abierta, la participación en tareas del hogar y la planificación de actividades especiales son algunas estrategias para fomentar el tiempo de calidad en la crianza. Más que una tarea, invertir tiempo en nuestros hijos es una inversión en su futuro y en el fortalecimiento de los lazos familiares.