Cuando pensamos en Jurassic Park, lo primero que viene a la mente son los dinosaurios, la icónica música de John Williams y, por supuesto, la sensación de que todo podía salir terriblemente mal. Pero una escena eliminada de la película podría haber llevado esta percepción a otro nivel, dejando en claro que el parque no solo estaba condenado por jugar a ser dios, sino por algo más terrenal: una pésima gestión.
En esta escena, se revela por qué el triceratops estaba enfermo. La respuesta: había ingerido accidentalmente bayas venenosas. ¿El problema? Los empleados no supieron cómo manejar la situación. Este detalle, aparentemente menor, encapsula el verdadero desastre de Jurassic Park: no se trataba solo de dinosaurios fuera de control, sino de la incompetencia y el caos organizativo que imperaban en el parque. Si había un eslogan más apropiado para el lugar, sería algo como: “Incompetencia garantizada”.
Curiosamente, esta idea no es nueva. Tanto la novela de Michael Crichton como el universo expandido de la franquicia nos dan pistas sobre los errores sistémicos detrás de la caída del parque. Por ejemplo, en el olvidado videojuego para Sega CD, el jugador debe recoger siete huevos de dinosaurio tras un accidente provocado por Biosyn Corporation, la rival de InGen. El juego, que costó un millón de dólares en licencias y apenas dejó huella en la cultura popular, también pone de manifiesto los fallos estructurales de la empresa: errores de seguridad, objetivos puramente capitalistas y trabajadores mal remunerados.
Esto nos lleva a reflexionar sobre un tema subyacente que la película original aborda con sutileza: el verdadero error de John Hammond no fue revivir a los dinosaurios, sino construir un parque basado en un modelo capitalista que priorizaba las ganancias por encima de la seguridad y la ética.
Con la llegada de la nueva trilogía y la expansión de la saga con Jurassic World, quizás sea hora de que la franquicia adopte un enfoque más crítico. Más allá del espectáculo y la acción, podría profundizar en la idea de que el mundo soñado por Hammond nunca debió existir. El Parque Jurásico no solo era un error; era un desastre anunciado desde el día en que abrió sus puertas.
¿Será este el giro que necesita la saga para reinventarse? Solo el tiempo —y los dinosaurios— lo dirán.
