Por Fernanda Sánchez
Un nuevo estudio publicado en la revista ‘JAMA Network Open’ destaca una preocupante tendencia a nivel mundial: aunque la esperanza de vida ha aumentado en 6,5 años en las últimas dos décadas, los años de buena salud no han crecido al mismo ritmo. Esta investigación, basada en datos de 183 países recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), subraya una alarmante desconexión entre vivir más y vivir mejor.
Aumento de la longevidad, pero no de la longevidad saludable
Según el estudio liderado por el Dr. Andre Terzic de la Clínica Mayo, “envejecer hoy en día implica vivir más años, pero cargados de enfermedades”. La brecha entre la esperanza de vida y la esperanza de salud creció un 13% entre 2000 y 2019, pasando de 8,5 a 9,6 años.
Esta situación plantea retos significativos para los sistemas de salud globales, que deben adaptarse para priorizar el bienestar integral y cerrar esta brecha.
Países con mayores disparidades
Estados Unidos encabeza la lista con una brecha de 12,4 años entre la esperanza de vida y la esperanza de salud, seguido por Australia (12,1), Nueva Zelanda (11,8), Reino Unido (11,3) y Noruega (11,2). En contraste, países como Lesoto (6,5), República Centroafricana (6,7) y Somalia (6,8) presentan diferencias menores.
Entre las causas principales en naciones como EE.UU. destacan problemas de salud mental, trastornos por consumo de sustancias y afecciones musculoesqueléticas.
Impacto del género en la brecha de salud
El estudio también revela una diferencia promedio de 2,4 años entre mujeres y hombres. Alemania (3,6 años), España (3,4) y Francia (3,3) lideran en disparidades de género. Entre los factores que contribuyen están trastornos neurológicos, musculoesqueléticos y del aparato urinario.
Armin Garmany, primer autor del estudio, señala: “Abordar esta brecha requiere un enfoque proactivo, centrado en intervenciones específicas que tomen en cuenta las particularidades de cada región y género”.