Entre luces suaves y miradas expectantes, La Castañeda rompió el silencio de su pausa con una conferencia de prensa que más que una rueda informativa fue un viaje interno, un ritual de regreso. En el corazón de Ciudad de México, la banda anunció su esperadísimo concierto en el Auditorio Nacional el próximo 7 de junio de 2025, prometiendo una presentación profundamente simbólica, emocional y transformadora.

En la mesa estuvieron presentes los tres miembros fundadores: Salvador Moreno, Omar de León y Oswaldo de León, quienes, con una vibra cálida y reflexiva, compartieron detalles del espectáculo y de la evolución personal que han vivido como artistas y como individuos.

Conocidos por sus propuestas escénicas intensas y su lirismo oscuro, la banda no decepcionó al revelar que este concierto será una exploración del alma humana, una oda a la transformación personal y colectiva. El vocalista Salvador Moreno, figura central del grupo y voz de muchas generaciones, compartió reflexiones que conectaron con el espíritu de quienes han seguido a La Castañeda durante décadas.
“Los ciclos de la vida son una espiral evolutiva, un factor de crecimiento… tiene que ver con la necesidad, el criterio y el enfrentamiento al apego. Las cosas van… y el presente se conjuga con todo lo que somos.”
Estas palabras no fueron lanzadas al azar. En el contexto del lanzamiento de su nuevo sencillo, “Todo Pasará”, Moreno abrió el corazón de la banda para hablar sobre los cambios, las pérdidas y las revelaciones que han vivido en estos últimos años. En un acto de honestidad emocional, compartió su visión del tiempo como algo fluido y transformador. Un presente que, aunque efímero, contiene toda la potencia del aprendizaje del pasado y la esperanza del futuro.

El título del nuevo sencillo no es casual. “Todo Pasará” no solo es una canción, es una filosofía, una aceptación. “Queramos o no, todo pasará”, dijo Salvador, como quien se despide de una etapa, pero con los brazos abiertos al milagro del porvenir. “¿Qué pasará con la luna, el amor y el hombre?”, se preguntó en voz alta, dejando una pausa que llenó la sala de una melancólica y bella incertidumbre.
Pero no todo fue nostalgia. También hubo gratitud, una especie de agradecimiento espiritual al momento presente y a los seguidores que han sido parte del viaje de La Castañeda. Con lágrimas contenidas y una vibra ritualista, la banda habló sobre la salud mental, la importancia de dejarse sorprender por los milagros y el llamado a soltar, fluir y trascender.


El concierto del 7 de junio será, en palabras de la banda, una celebración de todo lo que somos y todo lo que aún podemos ser. Un reencuentro no solo con la música, sino con la locura creativa que nos habita, esa fuerza interna que transforma el dolor en arte, y la incertidumbre en poesía.