La brecha de género y el desafío de los cuidados

Por: Alejandra López Martínez

En marzo, y todos los meses, es fundamental analizar el estado de la igualdad de género en México. Este sigue siendo un tema pendiente en la agenda de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien en los primeros días de su administración presentó al Congreso una serie de iniciativas para elevar a rango constitucional la igualdad sustantiva.

Uno de los principales desafíos para lograr esta equidad es nivelar el campo laboral. Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024, la brecha salarial en México es del 35%, lo que significa que por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer recibe solo 65. Además, en 2023, la tasa de ocupación femenina fue del 45.9%.

¿Qué implicaciones tiene esto? Para muchas mujeres, especialmente madres autónomas sin pensión por parte del padre de sus hijos, significa trabajar más horas para sostener sus hogares, sacrificando tiempo de crianza y autocuidado. A esto se suma la carga de la doble jornada: además de su empleo remunerado, las mujeres siguen asumiendo la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados, lo que las deja exhaustas y con escasas oportunidades para capacitarse y crecer profesionalmente. Esta “pobreza de tiempo” las mantiene en los escalafones más bajos o, en muchos casos, las obliga a abandonar sus empleos para dedicarse al hogar.

El trabajo doméstico y de cuidados sigue recayendo de manera desproporcionada en las mujeres. Más del 95% de las trabajadoras también realizan labores no remuneradas en sus hogares, lo que reduce su disponibilidad para empleos formales y las empuja hacia trabajos precarios y mal pagados. De hecho, el 62.7% del empleo informal en México está conformado por mujeres, lo que implica menores ingresos, falta de seguridad social y condiciones laborales más vulnerables.

Es urgente revalorizar el trabajo doméstico y, sobre todo, impulsar políticas públicas que potencien el talento del 52% de la población. Reducir la jornada laboral a 40 horas semanales permitiría a más mujeres equilibrar su vida laboral y personal, además de facilitar la corresponsabilidad en el hogar. Asimismo, eliminar la brecha salarial garantizaría un pago equitativo por trabajo de igual valor, impulsando el talento femenino y fortaleciendo la economía.

No hay nada que perder. Apostar por la igualdad es una inversión en el futuro del país.

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