Por Kari Nava
En un día soleado pero lleno de misterio, hace exactamente ciento siete años, tres jóvenes pastores presenciaron un evento que cambiaría sus vidas y marcaría la historia de la fe católica para siempre. La aparición de la Virgen de Fátima en la remota Cova da Iria, cerca de la ciudad portuguesa de Fátima, continúa siendo un fenómeno que despierta la devoción y la curiosidad de millones de fieles en todo el mundo.
En el corazón de esta historia se encuentran Lucía dos Santos, de diez años, y sus primos, Jacinta y Francisco Marta, de seis y nueve años respectivamente. Durante el turbulento año de 1917, estos humildes pastores fueron testigos de una serie de apariciones de una figura celestial que se identificó como la Virgen María.
Los relatos detallados de los encuentros de los niños con la Virgen María, transmitidos a través de generaciones, han alimentado la fe de millones de creyentes. Desde el primer encuentro en mayo de 1917 hasta la última aparición en octubre de ese mismo año, la Virgen transmitió mensajes de paz, arrepentimiento y oración, así como la revelación de tres secretos que han continuado intrigando a los fieles durante décadas.
Uno de los momentos más destacados de estas apariciones fue el Milagro del Sol, presenciado por decenas de miles de personas el 13 de octubre de 1917. Durante este evento sobrenatural, el sol pareció moverse en el cielo y emitir colores radiantes, dejando una impresión imborrable en la memoria de aquellos que lo presenciaron.
El legado de Fátima no se limita solo a los eventos sobrenaturales, sino que se extiende a la devoción y la fe que ha inspirado en millones de personas en todo el mundo. La construcción de la Capilla de las Apariciones y la posterior autorización del culto de Nuestra Señora de Fátima son testimonios tangibles de la importancia que esta aparición ha tenido para la Iglesia Católica.
A lo largo de los años, los protagonistas de esta historia han sido venerados como santos por la Iglesia. Francisco y Jacinta Marta fueron beatificados en 2000 y canonizados en 2017, mientras que Lucía dos Santos dedicó su vida a la religión y dejó un legado de devoción que perdura hasta el día de hoy.
En el aniversario de este evento celestial, los fieles se congregan una vez más en Fátima para rendir homenaje a la Virgen María y buscar la paz y la reconciliación en un mundo necesitado de esperanza y fe. La aparición de la Virgen de Fátima sigue siendo un recordatorio poderoso de la presencia divina en nuestras vidas y un llamado a la oración y la conversión en tiempos de adversidad.