Por Fernanda Sánchez
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció este lunes su renuncia al cargo tras casi una década de liderazgo desde que asumió el puesto en 2015. Durante una rueda de prensa en Ottawa, Trudeau también confirmó su dimisión como líder del Partido Liberal, aunque seguirá al frente del gobierno hasta que su partido elija un nuevo sucesor.
Un cambio impulsado por diferencias internas
Trudeau señaló que la decisión fue tomada tras conversaciones con su familia, concluyendo que no era el mejor candidato para liderar a los liberales en las elecciones de este año. “Si debo luchar en batallas internas, no puedo representar al partido de la manera que se merece”, afirmó.
El primer ministro destacó que su salida busca “rebajar la temperatura política en el país” y abrir paso a un “reinicio” en la política canadiense, marcada recientemente por la polarización y la parálisis parlamentaria.
Presiones internas y caída en popularidad
En los últimos años, Trudeau enfrentó crecientes críticas dentro y fuera de su partido debido a la disminución de su popularidad. Su gestión ha sido cuestionada por el aumento del costo de vida y las políticas migratorias que, aunque aplaudidas en la esfera internacional, enfrentaron resistencia en el ámbito doméstico.
El líder conservador Pierre Poilievre aprovechó el anuncio para criticar al Partido Liberal, afirmando que “nada ha cambiado” y acusándolos de intentar mantener el poder con “otro rostro liberal”.
Incertidumbre ante las próximas elecciones
La renuncia de Trudeau deja al Partido Liberal en una posición desafiante frente a unas elecciones en las que, según las encuestas, los conservadores lideran las preferencias. Entre los posibles sucesores se mencionan nombres como Chrystia Freeland, Mark Carney y Anita Anand.
Con el Parlamento prorrogado hasta marzo, los liberales tendrán tiempo para organizar una transición de liderazgo que podría definir el futuro político de Canadá.
Un legado de casi una década
Justin Trudeau se retira tras un periodo en el que destacó en la escena internacional como defensor de políticas progresistas en un contexto global marcado por el ascenso de líderes de derecha. Sin embargo, su salida marca el fin de una era y el inicio de un capítulo lleno de retos para Canadá.