Por Sharon Oropeza.
El año 2024 ha sido una verdadera prueba para Justin Timberlake, cuya carrera solía ser sinónimo de éxito y admiración. Lo que comenzó como un periodo prometedor, lleno de nuevas oportunidades, se ha convertido en un desfile de escándalos que están poniendo en riesgo su estatus de estrella. El punto de inflexión ocurrió el 18 de junio, cuando una noche aparentemente tranquila en Sag Harbor, Nueva York, terminó en un arresto por conducir ebrio. Lo que siguió fue un espectáculo público que rápidamente se convirtió en un meme viral, agravado por el hecho de que el oficial que lo detuvo ni siquiera sabía quién era Timberlake.
Pero el 2024 no solo ha traído nuevas controversias, sino que también ha revivido viejos fantasmas. Britney Spears, exnovia de Timberlake, lanzó un libro en el que revela detalles dolorosos de su relación pasada, incluyendo un embarazo no deseado que terminó en aborto por la presión de Timberlake. Estas revelaciones han reabierto viejas heridas y han cambiado la percepción pública del cantante, convirtiéndolo de un galán de la música a un símbolo de explotación mediática.
Con cada nuevo escándalo y su actitud desafiante, la carrera de Timberlake parece estar en un inevitable declive. Sus intentos de minimizar los incidentes han sido recibidos con escepticismo y burla, dejando a muchos preguntándose si alguna vez podrá redimir su imagen pública.
