En el verano de 1969, durante el legendario Festival de Woodstock, Jimi Hendrix, uno de los guitarristas más influyentes del siglo XX, dejó una marca indeleble en la historia del rock. Su interpretación del himno nacional de los Estados Unidos, “The Star-Spangled Banner,” se ha convertido en un momento icónico que resuena hasta el día de hoy.
Hendrix, quien era ya una figura central en el movimiento hippie y la contracultura de los años 60, transformó el himno con su Fender Stratocaster en una pieza cargada de simbolismo. Utilizando distorsión, feedback y efectos, recreó sonidos que evocaban el caos de la guerra de Vietnam, en un tiempo donde el conflicto era un tema altamente polarizante en Estados Unidos.
La intensidad de su interpretación llevó a muchos a describir el momento como si Hendrix estuviera “poseído” por una energía superior, siendo incluso comparado con una manifestación del “dios del rock.” Aunque esta interpretación es simbólica, refleja la profunda conexión emocional que el público sintió al presenciar una versión del himno tan cargada de crítica social y artística.
Esta versión de “The Star-Spangled Banner” no solo desafió las convenciones musicales, sino que también se convirtió en un grito de protesta, encapsulando el espíritu de una generación que buscaba cambios en un mundo lleno de conflictos. Hasta hoy, esta actuación sigue siendo un símbolo del poder transformador de la música y de la capacidad de los artistas para reflejar y cuestionar la realidad de su tiempo.
Woodstock 1969 fue un momento histórico, y la interpretación de Hendrix sigue siendo un testimonio de su genialidad y de su capacidad para canalizar la tensión y las esperanzas de una época a través de su guitarra.