El Dios de la cinefilia, no se puede resumir. Dirigió más de cien películas. Muchas de ellas, obras maestras. Lo recordamos con algunas de las más legendarias.
- Al final de la escapada (1960). Inevitablemente, el debut fulgurante de uno de los fundadores de la Nouvelle Vague. La película que consagró a Jean-Paul Belmondo y convirtió a Jean Seberg en un icono. Una trama de cine negro, vagamente inspirada en un caso real, deconstruida, entrecortada y rodada en la calle, con Belmondo, el gánster de medio pelo, tan trágico como bello, mirando a cámara y rompiendo la cuarta pared. La historia del cine sería otra sin esta película.
- Vivir su vida (1962). El retrato de la mujer amada, de la bella Anna Karina con peinado Cleopatra que se prostituye de día y llora en el cine viendo La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer. Hicieron grandes películas juntos, el musical Una mujer es una mujer, la futurista Lemmy contra Alphaville, Bande à part y sobre todo la magistral Pierrot el loco. Pero aquí la primera mujer de Godard es la absoluta protagonista. Dan ganas de llorar con ella.
- El desprecio (1963). Posiblemente la mejor película de la historia del cine, por lo menos para la cinefilia, porque lo tiene todo en cuanto a cine dentro del cine: un símbolo sexual como BB mostrando sus encantos, un guionista a la deriva encarnado por Michel Piccoli, Fritz Lang haciendo de Fritz Lang y Jack Palance como el productor-escualo norteamericano, todo elevado a la máxima belleza con la fotografía de Raoul Coutard y la inolvidable partitura de Georges Delerue.
- La chinoise (1967). Producto de su época en vísperas de mayo del 68, un panfleto cinematográfico rabiosamente pop con Jean-Pierre Léaud sosteniendo el libro rojo de Mao, y Anne Wiazemsky, el nuevo amor, sacando metralleta por encima de una barricada de mentirijillas. Es la más vistosa muestra de la radicalización política de Godard, que lo llevaría a alejarse de los circuitos comerciales y del gran público, preservando su integridad de artista comprometido consigo mismo.
- Yo te saludo, María (1985). Es su gran retorno a la primera plana de los diarios, tras años apartado del cine más comercial, al margen de grandes excepciones como la inmediatamente anterior Nombre: Carmen (1983), con Maruschka Detmers, o de Todo va bien (1972), en la que contó con una Jane Fonda, a la que luego dedicó una carta poco halagadora. Aquí se trataba de la mismísima Virgen María, un dolor de cabeza para el Vaticano que hizo volar los cristales del escándalo.
- Histoire(s) du cinéma (1989/1999). A lo largo de toda una década, el suizo estuvo enfrascado en su proyecto más ambicioso: la historia del cine y de los grandes acontecimientos del siglo XX, contados a su manera punk, con un gigantesco collage en ocho episodios, donde manipula toda clase de imágenes propias y ajenas, mientras oímos su voz característica planear sobre el mundo aportando su mirada irrepetible, tan profunda como a menudo equívoca, enrevesada, genial.
- Elogio del amor (2001). Podría decirse que Godard murió prácticamente con la cámara puesta, hace cuatro años impresionó con El libro de las imágenes, y con esta película empezó otra nueva forma de relacionarse con el cine, cuando a principios del siglo XXI el celuloide daba paso al mundo digital. Dos décadas en las que Godard se ha mantenido en la vanguardia creativa del cine mundial a través de una serie de artefactos que volvían a combinar el documental, manipulación de imágenes y una narración a situar en algún lugar entre el ensayo poético y la ficción abstracta.