En un mundo donde la riqueza muchas veces es vista como un fin en sí mismo, la integridad financiera se convierte en un reflejo de nuestra fe. La Biblia enseña que el manejo del dinero con honestidad, generosidad y obediencia a los principios divinos trae paz y prosperidad en todas las áreas de la vida.
Jesús enseñó que no se puede servir a Dios y al dinero al mismo tiempo (Mateo 6:24), lo que nos invita a administrar nuestras finanzas con sabiduría, evitando la avaricia y confiando en la provisión divina.
Aquellos que viven con integridad financiera no solo experimentan estabilidad económica, sino que también reflejan la luz de Cristo en sus acciones diarias. La obediencia en el manejo del dinero nos permite vivir sin temor, con la certeza de que Dios proveerá para nuestras necesidades.
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