Por Sharon Oropeza.
París vibró con emoción y orgullo durante la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos de 2024, celebrada en la majestuosa Plaza de la Concordia. El evento, lleno de simbolismo y emociones, marcó el comienzo de 11 días de intensa competencia, donde la perseverancia y la resiliencia humana serán celebradas en su máxima expresión.
La Plaza de la Concordia, un lugar cargado de historia, fue el escenario perfecto para dar la bienvenida a atletas de 167 países, además de un equipo de refugiados que se unieron a esta celebración del espíritu humano. Con un impresionante despliegue de música, luces y actuaciones artísticas, la ceremonia capturó la esencia de la diversidad y la unidad, valores fundamentales del movimiento paralímpico.
Uno de los momentos más conmovedores de la noche fue el desfile de las delegaciones. México se destacó entre los participantes, deslumbrando con su energía, alegría y un vibrante espectáculo de folklore, en el que se apreciaron máscaras, ponchos y sombreros típicos que representaron su cultura con orgullo.
Andrew Parsons, presidente del Comité Paralímpico Internacional, dio un potente discurso durante la ceremonia, refiriéndose a los Juegos como “el evento de mayor transformación de la tierra”. Parsons destacó la importancia de la inclusión y la igualdad, expresando su deseo de que estos Juegos impulsen una revolución de inclusión global.
El presidente del Comité Organizador de París 2024, Tony Estanguet, también se dirigió a los presentes con palabras llenas de emoción. Reconoció la lucha y la determinación de los 4,400 atletas paralímpicos, quienes desafían constantemente las barreras impuestas por la sociedad. “Cada emoción de ustedes carga un mensaje que no puede ser olvidado jamás, que no tiene límites”, declaró Estanguet, invitando a todos a unirse a la revolución paralímpica.
La ceremonia culminó con la emocionante entrada de la antorcha olímpica, que fue portada por varios destacados atletas paralímpicos antes de encender el pebetero. La llama olímpica ahora arde en París, simbolizando el inicio de una nueva era de inspiración y superación en los Juegos Paralímpicos de 2024.
