Por Dayana Mendizabal
Ubicado en el corazón de Durango, el pintoresco pueblo de Mapimí emerge como un testigo vivo de más de cuatro siglos de historia. Fundado en 1598, sus raíces se entrelazan con los antiguos indígenas tobosos y cocoyomes, y su nombre evoca los majestuosos cerros que lo rodean.
Mapimí no solo es reconocido por su legado minero, sino también por su destacado papel en el “Camino Real de Tierra Adentro”, reconocido por la UNESCO desde 2010. Las minas de Ojuela, en las afueras del pueblo, narran historias de épocas pasadas, mientras que el imponente Puente Colgante de Ojuela atrae a los aventureros modernos con su fascinante estructura.
Hoy en día, este encantador pueblo mágico fusiona su rica historia con una oferta turística diversa. Desde la emblemática Plaza de Armas hasta la mística Zona del Silencio, Mapimí invita a explorar sus calles empedradas y sus rincones naturales.
La festividad de Santiago Apóstol, el patrono del pueblo, brilla con la alegría de sus habitantes cada 25 de julio, mientras que los tesoros naturales como las Grutas del Rosario y el Parque Estatal Cañón de Fernández cautivan a los visitantes durante todo el año.
Descubre la magia de Mapimí, donde la historia se entrelaza con la naturaleza en un escenario único en el semidesierto de Durango.