¿Es la “generación de cristal” realmente más sensible o solo más consciente?

Por Sofia Swindall

La “generación de cristal”, o Generación Z, suele recibir este apelativo por su supuesta sensibilidad frente a estímulos y críticas. Sin embargo, más allá de lo que esta etiqueta sugiere, los jóvenes de esta generación han demostrado un fuerte compromiso con temas de justicia social y son más conscientes de su bienestar y el entorno. Así, la Generación Z, nacida aproximadamente entre 1995 y 2010, plantea una serie de desafíos y reflexiones para las instituciones educativas, que necesitan adaptarse a sus nuevas formas de percibir el mundo.

Diversos estudios, como el de la Dra. Lucie Sara Zavodna, revelan que esta generación es más sensible a los estímulos, lo que se traduce en una mayor reacción emocional y empatía. Zavodna, quien realizó una mesa redonda con académicos sobre el tema, destaca que la sensibilidad de procesamiento sensorial (SPS) podría ser una de las causas detrás de esta percepción. Este rasgo de personalidad implica una mayor tendencia a procesar estímulos de manera profunda, lo que puede aumentar la conciencia de las sutilezas ambientales y la reacción emocional.

La SPS, aunque tiene ventajas como la empatía y la introspección, puede también contribuir al desarrollo de problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión, especialmente cuando los jóvenes no encuentran estrategias adecuadas para gestionar sus reacciones.

Para entender cómo la sensibilidad afecta a la Generación Z, Zavodna aplicó el cuestionario de Escala de Persona Altamente Sensible (HSPS) a 407 estudiantes universitarios en la República Checa. Los resultados indicaron que el 10 % de los hombres y el 43 % de las mujeres evaluadas tenían una alta sensibilidad, y alrededor del 50 % reconoció que esta característica afecta sus estudios. Los testimonios de los estudiantes muestran cómo esta sensibilidad influye en distintos aspectos de su vida académica:

  • Falta de concentración: Algunos estudiantes admiten tener dificultades para concentrarse si se encuentran emocionalmente perturbados.
  • Sobrecarga informativa: La presión por cumplir con requisitos académicos puede ser abrumadora, especialmente al inicio del semestre.
  • Inseguridad sobre sus capacidades: Esta generación, al verse bombardeada de tareas y responsabilidades, puede subestimar sus habilidades.
  • Estrés y ansiedad: Muchos estudiantes experimentan altos niveles de estrés en situaciones de presión, pero encuentran alivio en redes de apoyo entre compañeros.
  • Sensibilidad sensorial: Olores fuertes y ambientes ruidosos afectan a algunos estudiantes, lo que refuerza la importancia de espacios adecuados en las instituciones educativas.

El estudio revela que las instituciones educativas enfrentan el desafío de crear entornos que respondan a las necesidades de esta generación. Estos estudiantes prefieren relaciones más horizontales con sus profesores y valoran un ambiente donde puedan expresarse sin temor a ser juzgados. Algunos de los principales reclamos hacia el profesorado incluyen un enfoque excesivamente jerárquico, tareas poco estimulantes o difíciles y falta de empatía hacia sus preocupaciones.

La sensibilidad de la “generación de cristal” podría ser vista más como una señal de adaptación a un mundo cada vez más acelerado y complejo. Los jóvenes de la Generación Z no solo reaccionan a los estímulos, sino que buscan un entorno donde sus necesidades emocionales y personales sean comprendidas y atendidas. Esto representa una oportunidad para las universidades de fomentar un espacio inclusivo y comprensivo, que impulse tanto su crecimiento personal como académico.

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