Por Fernanda Sánchez
Privación, negligencia y abuso en la niñez aumentan los riesgos de salud a lo largo de la vida, según un reciente estudio. Estas experiencias traumáticas en la infancia pueden tener consecuencias de salud duraderas, afectando tanto el bienestar físico como mental en la adultez.
El Dr. George Slavich, director del Laboratorio de Evaluación e Investigación del Estrés de la UCLA, advirtió que “el estrés está implicado en nueve de las 10 principales causas de muerte en Estados Unidos”, lo que resalta la importancia de evaluar el estrés en todas las clínicas pediátricas y de adultos.
El impacto del estrés en la salud a largo plazo
Publicado en la revista Brain, Behavior and Immunity, el estudio se basó en datos de más de 2,100 participantes, recopilados en una investigación financiada por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento. Los investigadores analizaron distintos traumas infantiles, como la angustia financiera, el abuso, la negligencia, las mudanzas frecuentes y la separación de los padres.
A través de muestras biológicas, se midieron 25 biomarcadores de enfermedades y los participantes informaron sobre 20 afecciones de salud importantes. Los resultados mostraron un aumento del riesgo de problemas de salud a medida que crecía la cantidad de estrés infantil sufrido, tanto en hombres como en mujeres.
Diferencias entre hombres y mujeres
El estudio también reveló que el estrés infantil afecta de manera diferente a hombres y mujeres. En las mujeres, los efectos tendían a manifestarse más en el metabolismo, mientras que en los hombres el abuso emocional y la negligencia estaban más asociados con trastornos sanguíneos, problemas de salud mental y conductual, así como disfunciones tiroideas.
Recomendaciones para un enfoque clínico personalizado
El Dr. Slavich concluyó que es crucial integrar el historial de estrés infantil en los expedientes médicos, lo que permitiría un mejor seguimiento del riesgo futuro de problemas de salud. “La mayoría de las personas que han sufrido traumas en la niñez no son evaluadas adecuadamente”, señaló, destacando la necesidad de detectar el estrés en entornos clínicos y adoptar un enfoque de medicina de precisión basado en el sexo y el perfil de estrés de cada paciente.
