Por: Josafat Tapia Castillo

Había una vez un hombre que sin importar el clima; ya fuera con el intenso sol o con la abundante lluvia pasaba el día rompiendo piedras al pie de la montaña, en el borde del camino mientras realizaba su trabajo se preguntaba porque razón había tenido ese destino.
Romper piedras no es una labor muy enriquecedora “Ah, si pudiese ser un gran señor”… descansaría finalmente.
Cerca de ahí había un Genio que lo oyó, “sea escuchado tu deseo”, dijo. Dicho y hecho.
El pedrero se encontró en un hermoso palacio, servido por un gran número de siervos. Podía descansar a su gusto…
Pero un día convertido en gran señor tuvo la idea de levantar los ojos al cielo, y vio aquello que quizás no había mirado nunca: ¡el sol! “¡Ah, si pudiese ser como el sol¡”, suspiró. “No tendría ni siquiera el fastidio de verme rodeado por todos estos siervos”. También esta vez el genio lo quiso contentar. “¡Hágase como quieres!”, le dijo.
Pero cuando el hombre se convirtió en sol, una nube se posó delante, ofuscando su esplendor. Ante tal experiencia, se inconformo y pensó…esta en mejor posición“’
¡Si pudiese ser una nube!”,“Una nube es más poderosa que el sol!
Al convertirse en nube, sintió la ligereza de su consistencia; convertido en vapor y ser tan liviano le dio una nueva experiencia que jamás había experimentado.
Mientras disfrutaba de esta maravilla, sopló el viento que arrastra todo y también ahora pensó… “quiero ser el viento” .Y el genio complaciente de nuevo lo escucho.
Convertido en viento impetuoso y violento, encontró la Montaña que lo detuvo… y quiso ser montaña.
Mientras disfrutaba su nueva posición escucho y sintió el golpeteo constante en su pequeña base y pensó… “¡Ah, si pudiese ser aquello que rompe la montaña!”.
Y por última vez el genio lo escuchó, así de nuevo el Pedrero se encontró al pie de la montaña al borde del camino, rompiendo piedras. Y pensó si sólo pudiera ser todo aquello que quiero a través de la imaginación.