Lamentan escritores, políticos, intectuale e instituciones la muerte del escritor peruano y premio Nobel de Literatura en 2010, Mario Vargas Llosa, a quien calificaron como “genio”, “maestro” y “figura insustituible de las letras iberoamericanas”.
Vargas Llosa, político y académico, nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, murió en Lima a los 89 años, tras una vida que lo llevó a convertirse en uno de los innovadores de la novela realista, con una biografía política y literaria digna de sus mejores obras.
“Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, señalaron en su comunicado los hijos del escritor, Álvaro, Gonzalo y Morgana.

“Procederemos en las próximas horas y días de acuerdo con sus instrucciones. No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”, agregaron.
El autor de ‘Conversación en la Catedral’ o ‘La Ciudad y los Perros’ profesó su amor eterno por los libros al afirmar que: “Me han dado todo ese sueño infinito que tienen los niños de viajar, de ser exploradores, de ser marinos, de volar en el espacio”, y a sentenciar sobre su proceso de escritura, que lo realizaría “hasta el último de mis días”.
El también ganador del premio Príncipe de Asturias e integrante de la Academia Francesa estuvo acompañado en sus últimos días de vida por sus hijos y la madre de estos, Patricia Llosa Urquidi.

En 1958, gracias a una beca, Vargas Llosa se traslada con Julia a vivir a Madrid para hacer un doctorado en literatura.
Sin embargo sólo se queda un año en España y, al terminarse la beca, busca cumplir su sueño de vivir en París, un lugar mítico para escritores latinoamericanos de su generación -y previas- como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Alejo Carpentier y Severo Sarduy.
Si la gran escritura de la primera parte del siglo XX perteneció a la literatura estadounidense, la latinoamericana fue el fenómeno de la segunda mitad del siglo, y no solo sirvió de impulso para consolidar a escritores como el chileno Jorge Donoso o el cubano Guillermo Cabrera Infante.

El apetito que se despertó por la literatura latinoamericana fue tal que también ayudó a que un público más amplio redescubriera viejos maestros como el argentino Jorge Luis Borges, el uruguayo Juan Carlos Onetti, el mexicano Juan Rulfo, el paraguayo Augusto Roa Bastos o el cubano Alejo Carpentier.
En 2022, a sus 86 años, ocupó el sillón número 18 de la Academia Francesa de la Lengua, los llamados “inmortales”. Se convertía así en el primer escritor que no había publicado su obra en francés en ocupar un puesto en los casi 400 años de la ilustre academia.
Al momento de morir, Mario Vargas Llosa era el último representante de una generación de monstruos que dominaron el panorama literario, intelectual y politico de América Latina durante el siglo XX.
