El marketing y el efecto Bad Bunny: cuando el reggaetón da cátedra de estrategia

Si alguna vez dudaste que el reggaetón pudiera enseñarte algo más que perreo, este artículo es para ti. Porque sí, Bad Bunny no solo arrasa en estadios, rompe récords y te hace corear letras que no sabías que sabías… también es, sin duda, una clase magistral de marketing viviente. Y su nuevo tour “Most Wanted Tour”, que arrancó en 2024, lo confirma: el conejo malo no canta… comunica. No promociona… posiciona. No vende… provoca deseo.

Vamos por partes. A 48 horas de anunciar el tour, se agotaron 81 fechas en arenas como el Barclays Center y el Kia Forum, y no estamos hablando de centros culturales municipales. No hubo entrevistas, ni ruedas de prensa, ni giras promocionales. Hubo silencio estratégico. Una foto en blanco y negro, una vibra vaquera, y boom: ticketmaster colapsado.
Marketing de escasez + branding personal sólido = ansiedad colectiva.
Un combo que haría sonrojar a Kotler.

Ahora bien, ¿por qué funciona esto? Porque Bad Bunny no vende música. Vende narrativa. La de un artista disruptivo, enigmático, que puede desaparecer seis meses y volver como cowboy existencial, y todo el mundo quiere subirse a su caballo. La expectativa no se construye con banners, sino con identidad.
Y eso, marcas del mundo, es lección 1 de branding: no necesitas gritar para que te escuchen si ya saben quién eres.

A nivel de negocio, el efecto Bad Bunny es cosa seria. Según Billboard, el World’s Hottest Tour en 2022 fue el tour más lucrativo del año, con más de $435 millones de dólares en ganancias. Ni Taylor Swift con su Eras Tour (que sí, también es un caso de Harvard) había hecho tanto en giras latinas hasta entonces.
Y ojo: Bad Bunny viene de un mercado donde el español era “nicho”, y ahora es mainstream global. ¿Cómo lo hizo?
Autenticidad + riesgo + marketing cultural. Nunca dejó de ser él, aunque eso implicara cantar trap en español con uñas pintadas en los Grammy.

Su nuevo tour no solo es música, es una campaña visual con aroma a western digital. Estética de cowboy, referencias a Clint Eastwood y Red Dead Redemption, merchandising que parece cápsula de Yeezy y trailers con storytelling cinematográfico. No vende entradas, vende experiencia.

Y ni hablar del FOMO: el algoritmo ya trabaja solo. TikTok, Instagram y Threads están llenos de “no alcancé boletos”, “vendo riñón por ver al Benito”, “alguien que me adopte en Houston, porfa”. Cuando una marca logra que la gente publique su frustración por no consumirla, esa marca ya ganó.

Así que, mientras algunos aún discuten si el reggaetón es arte, Bad Bunny sigue haciendo historia… y millones. ¿La moraleja?
Tu marca no necesita ser para todos. Solo necesita ser inconfundible para los que sí.
Y si puedes hacer que te compren boletos a $600 USD por verte brincar en vaquero rosa… felicidades, ya sabes más de marketing que muchos ejecutivos con MBA.

Bienvenidos al MBA de Benito. Donde las reglas se rompen, los mercados se amplían y el perreo… se planea con Excel.

No dejes de seguirme en @loaprendiconKarla para esto y muchos más.

Noticias recientes

Artículo anterior
Artículo siguiente

Related articles

¿Tienes un evento social en puerta?

spot_imgspot_img