El dispositivo que causó un “caos” en el GP de Bahréin: cómo un fallo técnico complicó a pilotos, equipos y a la transmisión de la F1

El Gran Premio de Bahréin se perfilaba como uno de los más emocionantes en el arranque de la temporada de Fórmula 1. Con Oscar Piastri dominando con su McLaren, el espectáculo en pista incluyó sobrepasos intensos, luchas rueda a rueda y una inesperada degradación de neumáticos que obligó a los equipos a cambiar sobre la marcha sus estrategias. Pero un imprevisto ajeno a los coches generó un verdadero dolor de cabeza: el sistema de cronometraje falló en plena carrera, afectando tanto a las escuderías como a la transmisión oficial.

Todo comenzó tras el relanzamiento de la carrera en la vuelta 32, luego de la salida del Safety Car. Fue entonces cuando los gráficos de televisión empezaron a mostrar errores notables: posiciones incorrectas, tiempos inconsistentes y falta de datos en tiempo real. La causa del problema se rastreó hasta una falla en la comunicación entre el sistema central de cronometraje y el transpondedor del auto de George Russell.

Este transpondedor, una pieza vital instalada en cada monoplaza, se encarga de emitir y recibir señales que indican la posición exacta del coche en el circuito y los tiempos por vuelta. Funciona al pasar por sensores distribuidos en puntos específicos de la pista, enviando datos a varios sistemas, incluidos los encargados de la transmisión televisiva. Pero en este caso, el enlace entre el W16 de Russell y la torre de control comenzó a fallar, generando consecuencias inesperadas.

Uno de los efectos más graves de esta interrupción fue un error en la activación del DRS (el sistema de reducción de resistencia aerodinámica que ayuda a adelantar). Russell abrió el DRS en una zona donde estaba prohibido, lo que derivó en una investigación por parte de la FIA. Aunque el británico aseguró que fue un accidente —se activó mientras intentaba hablar por radio con su equipo—, corrió riesgo de perder su segundo lugar en el podio. Finalmente, los comisarios decidieron no sancionarlo al comprobar que fue un fallo involuntario producto de múltiples problemas electrónicos en el coche, incluyendo un mal funcionamiento del sistema de frenos brake-by-wire.

Según el informe oficial, el DRS se abrió por solo 37 metros en una recta de 700, ganando apenas 0,02 segundos y perdiendo luego 0,28 al frenar anticipadamente. Todo quedó registrado en la telemetría, lo que permitió descartar cualquier intención de sacar ventaja.

Pero Russell no fue el único afectado. Charles Leclerc también sufrió una apertura inesperada del DRS en su Ferrari en plena curva, y en McLaren, Lando Norris tuvo que recibir indicaciones estrictas por radio para evitar activar el sistema si no era completamente seguro hacerlo, debido a los mismos errores técnicos.

Aunque la FIA cuenta con sistemas alternativos para registrar posiciones (como cámaras, infrarrojos y registros manuales), este incidente puso en evidencia lo frágil que puede ser la tecnología en un deporte donde cada milisegundo cuenta. El caos generado no solo dificultó el trabajo de los equipos en tiempo real, sino que también dejó a millones de espectadores sin una lectura clara de lo que ocurría en pista.

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