Por Dayana Mendizabal
El Cocodrilo de Agua Salada, también conocido como cocodrilo marino o cocodrilo poroso, es una especie imponente que ostenta el título del reptil más grande del mundo. Bautizado científicamente como Crocodylus porosus, este coloso saurópsido pertenece a la familia Crocodylidae y es una presencia dominante en los ecosistemas acuáticos desde el sudeste asiático hasta el norte de Australia.
Su nombre común, “cocodrilo de agua salada”, alude a su hábitat preferido: zonas pantanosas, manglares costeros y ríos salinos. Este formidable depredador presenta características distintivas, como un hocico ancho con crestas prominentes que se extienden desde los ojos, y una notable falta de escamas en comparación con otras especies de cocodrilos.
Los machos de esta especie alcanzan dimensiones impresionantes, con una longitud que puede llegar hasta los 6,7 metros y un peso que oscila entre los 480 y 1500 kg. En contraste, las hembras son considerablemente más pequeñas, con longitudes que van de 2,1 a 3,5 metros y un peso de alrededor de 500 kg.
Su distribución geográfica abarca desde la costa este de la India hasta las islas del Pacífico, incluyendo lugares como Sri Lanka, Tailandia, Indonesia, Filipinas y la costa norte de Australia. Se les encuentra también en áreas protegidas como el Santuario de Vida Silvestre Bhitarkanika en Odisha, India, y en el delta de Ayeyarwady en Myanmar.
A pesar de su impresionante tamaño y su estatus como depredador tope, el cocodrilo de agua salada enfrenta amenazas significativas debido a la pérdida de hábitat, la caza furtiva y los conflictos con humanos. La conservación de esta especie icónica es fundamental para mantener el equilibrio de los ecosistemas acuáticos en los que habita.