El anillo de promesa: más que una joya, un compromiso emocional

El anillo de promesa ha ido ganando fuerza en las relaciones modernas como un gesto profundo, simbólico y, sobre todo, emocional. A diferencia del anillo de compromiso, que muchas veces está ligado a una boda futura, el anillo de promesa no se trata de un “para siempre” inmediato, sino de un “estoy aquí, y estoy contigo”.

Este anillo representa una etapa de madurez emocional en una pareja. Es decir: aún no estamos listos para casarnos, pero sí lo estamos para comprometernos desde el amor, el respeto y la exclusividad. En tiempos donde el amor se fragmenta entre citas rápidas y vínculos fugaces, entregar un anillo de promesa es una declaración: “te elijo hoy, y quiero que sepamos que esto importa”.

Hay quienes lo usan como símbolo de fidelidad, otros como compromiso de superar obstáculos juntos o incluso como una manera de decir: “esto no es cualquier relación, esto somos tú y yo construyendo algo”.
No existe una única forma de usarlo ni reglas estrictas. Lo que realmente lo valida es la conversación entre la pareja, el valor emocional que le otorgan y la promesa que se hacen mutuamente.

Como dijo la psicóloga de relaciones, Mariana Suárez, en una entrevista con Revista Amores Reales:

“El anillo de promesa no es solo un objeto, es un marcador emocional. Le dice al otro: no me voy a ir corriendo cuando haya problemas, aquí estoy contigo para crecer”.

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