La diabetes canina, una enfermedad crónica y prevalente, resulta de alteraciones en el metabolismo de la insulina, ya sea por resistencia o deficiencia parcial o total de esta hormona crucial para regular los niveles de glucosa en la sangre de nuestras mascotas. La glucosa, siendo la principal fuente de energía para los procesos fisiológicos, juega un papel fundamental en el cuerpo de los perros.
Esta condición puede manifestarse a cualquier edad, si bien es más común en pacientes geriátricos. Factores de riesgo incluyen la obesidad, ciertas enfermedades como el hiperadrenocorticismo o pancreatitis, y el uso prolongado de medicamentos como corticosteroides. En hembras, la esterilización puede influir en su aparición.
La diabetes canina crónica se caracteriza por síntomas como poliuria, polidipsia, polifagia, pérdida de peso y debilidad, además de posibles complicaciones como cataratas e infecciones recurrentes debido a la susceptibilidad a microorganismos. Ante estos signos, es crucial buscar la atención de un veterinario para un examen físico completo, análisis de sangre y orina, así como estudios de imagen para un diagnóstico y tratamiento precisos.
El control de la diabetes canina requiere compromiso y paciencia por parte del propietario, con monitoreo regular de glucosa en sangre y administración de insulina u otros medicamentos según lo prescrito. Se recomienda una dieta alta en fibra y ejercicio regular para los pacientes, aunque cada caso requiere un seguimiento individualizado debido a las variaciones en síntomas, complicaciones y necesidades de tratamiento.
Con un manejo adecuado, incluyendo seguimiento médico, ajustes en la dieta y medicación, los perros diabéticos pueden disfrutar de una vida prolongada y de calidad.
Recuerda siempre seguir las instrucciones de su Médico Veterinario.
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