El sedentarismo no solo causa aumento de peso, estar sentado por mucho tiempo puede generar serios problemas en tu salud.
La falta de actividad física está estrechamente relacionada con un aumento en los niveles de grasa abdominal.
Por Vannia Carmona
En la era digital en la que vivimos, donde los horarios laborales nos obligan a permanecer frente a pantallas durante horas, el sedentarismo se ha convertido en un enemigo silencioso de nuestra salud. Aunque sus efectos a menudo pasan desapercibidos, la inactividad prolongada tiene consecuencias severas para el bienestar físico y mental, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas y problemas emocionales y cognitivos.
El sedentarismo va más allá del simple aumento de peso. Uno de los principales riesgos asociados es el daño al sistema cardiovascular. La falta de movimiento compromete el flujo sanguíneo, lo que puede resultar en un aumento de la presión arterial, niveles elevados de colesterol y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas. Además, favorece la acumulación de grasa abdominal, lo que está vinculado a una inflamación crónica que puede contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2.
Pero el sedentarismo no solo afecta a la salud física, también tiene un impacto negativo en la salud mental. Un estudio realizado durante la pandemia de COVID-19 evidenció que pasar más tiempo sentado está relacionado con un empeoramiento de la salud mental, incrementando los niveles de ansiedad y depresión.
El sedentarismo también está asociado con un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. La inactividad favorece la acumulación de grasa corporal, lo que incrementa la inflamación en el cuerpo. Esta inflamación crónica puede dañar el ADN y generar un ambiente propicio para el desarrollo de cánceres como los de colon, mama y endometrio.
Además, la salud cognitiva no escapa a los efectos negativos de la inactividad. Investigaciones han demostrado que las personas mayores que permanecen sentadas durante largos períodos tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia, ya que la falta de ejercicio reduce el flujo sanguíneo cerebral, afectando así sus funciones cognitivas.
El sedentarismo también puede afectar la vida sexual. El aumento de peso relacionado con la inactividad está vinculado con la disfunción eréctil y otros problemas sexuales, como la disminución en la concentración de espermatozoides. Un estudio danés reveló que los hombres que pasaban más de cinco horas al día frente al televisor tenían una concentración de espermatozoides un 29% inferior a los que llevaban un estilo de vida más activo.
Finalmente, un aspecto que a menudo se pasa por alto es el impacto del sedentarismo en el sueño. La falta de actividad física está estrechamente asociada con el insomnio y una mala calidad del sueño. Las personas inactivas tienden a despertarse varias veces durante la noche, mientras que las personas activas disfrutan de un descanso más reparador.
Ante estos peligros, es fundamental incorporar actividad física en nuestra rutina diaria. Levantarse, caminar, hacer estiramientos o cambiar de postura con frecuencia puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar general. La buena noticia es que nunca es tarde para empezar a moverse. Incorporar al menos 150 minutos de actividad física semanal, como recomienda la Organización Mundial de la Salud, puede reducir considerablemente los riesgos del sedentarismo y mejorar tanto la salud física como mental.