Por Fernanda Sánchez
Este fin de semana, con el cambio de horario, puede parecer más difícil que nunca levantarse de la cama. Aunque el cambio de horario suele ser un ajuste temporal, para muchos adultos en Estados Unidos, la falta de sueño es un problema constante que afecta su salud física y mental. Según diversas investigaciones, la falta crónica de sueño aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, problemas metabólicos y una menor capacidad de respuesta inmune. Además, no dormir lo suficiente está asociado con mayores niveles de estrés, problemas de concentración y hasta una menor resistencia frente a infecciones.
¿Qué tan común es la falta de sueño?
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los adultos deberían dormir entre siete y nueve horas cada noche. Sin embargo, uno de cada tres estadounidenses duerme menos de lo recomendado. La falta de sueño se ha vuelto más frecuente en las últimas décadas, debido en parte a la mayor cantidad de horas que se pasan frente a dispositivos electrónicos, cuya luz azul afecta la calidad del sueño al activar los receptores del cerebro que nos mantienen alerta.
¿Cómo saber si tienes falta de sueño?
No hace falta tener noches de insomnio para sufrir los efectos de la falta de sueño. Según los expertos, perder incluso 15 minutos de descanso cada noche puede considerarse una forma de privación de sueño si es algo recurrente. Los síntomas comunes incluyen problemas para concentrarse, irritabilidad y somnolencia diurna. También es común experimentar un mayor deseo de dormir los días en que no se tienen responsabilidades, como durante los fines de semana, lo que podría ser una señal de que necesitas ajustar tu horario.
Diferencias entre somnolencia y privación de sueño
La somnolencia ocasional puede ser normal y suele desaparecer después de una noche de buen descanso. Sin embargo, la privación de sueño es más grave y tiende a acumularse con el tiempo, afectando la concentración, la memoria e incluso las relaciones personales. Si sospechas que sufres de privación de sueño crónica, realizar una prueba de sueño, como un electroencefalograma (EEG), podría ayudar a detectar interrupciones en la calidad de tu descanso.
Estrategias para mejorar la calidad del sueño
Si el problema es insomnio, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser efectiva. En el caso de personas con apnea del sueño, el uso de dispositivos CPAP puede ser beneficioso. Además, evitar el consumo de cafeína y alcohol antes de dormir es esencial para un mejor descanso. Los expertos desaconsejan el uso de somníferos de venta libre, ya que enmascaran el problema sin resolver la causa subyacente.
La Dra. Sarah Lou Clever, internista de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, recomienda cambiar el teléfono por un libro antes de dormir y realizar estiramientos o ejercicios suaves para calmar el cuerpo. Presupuestar el tiempo necesario para dormir y establecer una rutina nocturna son medidas clave para alcanzar un sueño de calidad.
Priorizar el sueño es fundamental para una vida saludable y plena.