Por: Escobar Alejandro
En el encuentro disputado en Mestalla, Xavi Hernández, en su constante búsqueda de matices para mejorar el rendimiento del Barcelona, optó por una táctica interesante al retrasar a Frenkie de Jong entre los centrales. Esta decisión buscaba darle al equipo una mejor prestancia, con el objetivo de iniciar el juego ofensivo desde el centro del campo. La combinación con Gundogan y Pedri generó más fluidez, mientras se buscaba en los extremos a Raphinha y las subidas de Balde, con Joao Félix moviéndose en diagonal y la incorporación de Cancelo.
A pesar de un inicio temprano con un susto para el Barcelona, gracias a una intervención salvadora de Iñaki Peña, el equipo mostró orgullo y momentos de buen fútbol en Mestalla. Sin embargo, la falta de efectividad en el área persiste como un problema recurrente, evidenciado por las pocas oportunidades de gol concretadas en la primera mitad.
Bajo la dirección de Frenkie de Jong, el Barcelona demostró talento y determinación, lo que llevó al gol de Joao Félix mediada la segunda mitad. A pesar del dominio y la solvencia en el juego, el equipo nuevamente falló en cerrar el partido, permitiendo el empate de Hugo Guillamón con un remate lejano extraordinario.
Aunque el Barcelona generó peligro con Ferran Torres y continuó siendo dirigido por De Jong hasta el final, la falta de tiempo, precisión (destacando el fallo lamentable de Raphinha) y fortuna resultaron en un empate amargo para el campeón. En las circunstancias actuales, la pérdida de dos puntos se percibe como una situación grave. A pesar de un buen rendimiento general, la suerte no acompañó al equipo cuando más lo necesitaba, dejando una sensación agridulce tras un partido en el que hicieron casi todo por ganar.