Parvovirus canino: el enemigo invisible que puede ser letal para tu mascota

El parvovirus canino es una infección viral altamente contagiosa que afecta principalmente a cachorros y a perros jóvenes que no han sido vacunados. Este virus fue identificado por primera vez en la década de 1970 y desde entonces ha provocado brotes severos en poblaciones caninas de todo el mundo.

Pertenece a la familia Parvoviridae y se trata de un virus de ADN pequeño, sin envoltura, que es extremadamente resistente a factores ambientales. Existen tres variantes principales: CPV-2a, CPV-2b y CPV-2c, siendo esta última la más agresiva y la más común en la actualidad. El virus tiene afinidad por células que se dividen rápidamente, como las del sistema digestivo, la médula ósea y los tejidos linfoides, lo que contribuye a la severidad de los síntomas.

Los signos clínicos pueden variar, pero uno de los más frecuentes es la diarrea hemorrágica, aunque no siempre está presente. Esta puede aparecer entre tres y siete días después de la exposición al virus. Otros síntomas comunes incluyen fiebre, pérdida del apetito, depresión, vómitos intensos, deshidratación rápida, pérdida de peso y letargo. En casos graves, sobre todo en cachorros muy pequeños, el virus puede provocar miocarditis, una inflamación del músculo cardíaco que puede llevar a una falla cardíaca repentina.

Dado que se trata de una enfermedad viral, no existe un tratamiento específico para eliminar el virus. Por ello, el tratamiento de soporte es fundamental para la recuperación del animal. Este consiste en la reposición de líquidos por vía intravenosa, el uso de antieméticos para controlar los vómitos, antibióticos de amplio espectro para prevenir infecciones bacterianas secundarias, y medicamentos analgésicos y antiinflamatorios adaptados al uso veterinario para controlar el dolor.

También es crucial monitorear de forma constante el estado hematológico del paciente mediante análisis de sangre antes, durante y después del tratamiento, con el objetivo de evaluar su evolución y prevenir posibles complicaciones. En los casos más severos, puede ser necesaria una transfusión sanguínea.

La prevención es la herramienta más eficaz contra el parvovirus. Los cachorros deben comenzar su esquema de vacunación entre las seis y ocho semanas de edad, con refuerzos cada tres o cuatro semanas hasta alcanzar las 16 a 20 semanas, dependiendo del protocolo del veterinario. Los perros adultos deben recibir refuerzos anuales o cada tres años, según las recomendaciones profesionales.

Para más detalles escucha nuestro Podcast “Mascoteando” “Rinocerontes y Parvovirus Canino ” en ADR Networks en donde hablamos mas en profundidad y conocemos diversas opiniones de nuestros invitados.

Noticias recientes

Related articles

¿Tienes un evento social en puerta?

spot_imgspot_img