Cuando una persona sufre un paro cardíaco súbito y recibe oportunamente maniobras de RCP (reanimación cardiopulmonar) de calidad —compresiones y ventilaciones eficaces—, y se cuenta con acceso inmediato a un DEA (Desfibrilador Externo Automatizado), se le brinda la oportunidad de que su corazón vuelva a latir. Pero, sobre todo, se previenen secuelas neurológicas, es decir, la persona no solo sobrevive, sino que conserva una buena calidad de vida.
Durante la capacitación en RCP, ya sea en su versión Básica (BLS), Avanzada (ACLS) o Pediátrica (PALS), utilizamos los maniquíes QCPR de Laerdal. Estos dispositivos permiten medir en tiempo real el desempeño de cada participante, ayudándoles a identificar áreas de mejora en su técnica hasta lograr una RCP de calidad.
Estos maniquíes, a través de una práctica cuantificable, muestran la calidad de las compresiones y ventilaciones mediante un círculo de color verde, lo que se interpreta como la simulación exitosa del Retorno de la Circulación Espontánea (RCE). Si, por el contrario, aparece un círculo rojo, se interpreta que la RCP no fue eficaz y, por lo tanto, el paciente simulado no habría sobrevivido.
Es común que, en los primeros intentos de práctica, muchos participantes no logren obtener el círculo verde. Sin embargo, al continuar con los ejercicios y analizar los datos proporcionados por el maniquí —como la profundidad de las compresiones (que debe ser entre 5 y 6 cm, es decir, de 50 a 60 mm en adultos), la descompresión total del tórax tras cada compresión y el ritmo de las compresiones (mínimo 100 y máximo 120 por minuto)—, cada alumno puede identificar en qué aspectos debe enfocarse hasta alcanzar el objetivo.
Asimismo, el maniquí mide la calidad de las ventilaciones, detectando si el volumen es insuficiente, excesivo o si no se logra una ventilación adecuada. Bastan unos minutos de práctica para que el alumno adquiera la habilidad necesaria para brindar ventilaciones de calidad.
Cuando nos enteramos de que un alumno se enfrentó a un paro cardíaco súbito real, como ocurrió recientemente en una sucursal de Laboratorio Chopo en Cancún, nos interesa conocer el contexto del evento. Esto nos permite analizar la atención brindada y confirmar que la capacitación periódica (mínimo una vez al año) es clave para salvar vidas.
A continuación, comparto cómo se desarrolló el evento y su resultado final, que confirma que ¡sí es posible lograr el Retorno de la Circulación Espontánea (RCE)!
1. Paciente mayor de 40 años con factores de riesgo cardiológicos acude a realizarse estudios de laboratorio como parte de su control médico.
2. Inicia con un cuadro típico de infarto.
3. Pierde el conocimiento y no se percibe pulso carotídeo.
4. Se inician compresiones torácicas mientras se prepara el AMBU y el DEA.
5. Al llegar el DEA, se colocan los parches sin interrumpir la RCP; el equipo indica: “Descarga recomendada”.
6. Se realiza la desfibrilación y se continúa con la RCP.
7. A los pocos segundos de reiniciar las compresiones, el paciente reacciona y abre los ojos. Llega la ambulancia y es trasladado al hospital, donde se le realiza un cateterismo.
8. Semanas después, el paciente regresa caminando a agradecer al personal del laboratorio… ¡con un pastel!
Fomentemos las áreas cardioseguras. Juntos salvamos vidas.
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